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VIVIENDO EN LOS LÍMITES

 


Genesis 34

Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola

Jacob había acampado delante de la ciudad de Siquem, “acampar” implica morar temporalmente en un lugar, pero Jacob parece haberse establecido ahí por varios años, ya que vemos que los pequeños han crecido ya. Esto es desconcertante, Jacob había dicho que al volver a la tierra de sus padres habría de ir a Betel y ahí hacer un altar y adorar a su Dios. Sin embargo, ya eran varios años los que habían transcurrido y no parece tener intención de moverse de las cercanías de Siquem. Jacob estaba viviendo en los límites del pacto, poco faltaba para que se volvieran uno solo con los siquemitas. Estaba viviendo en esa zona en la que muchas veces nosotros también nos encontramos, porque decimos: ¿Qué tan lejos puedo llegar y hacer esto o aquello, sin que traicione mi herencia? La influencia de las costumbres de Siquem y el atractivo que una cultura diferente puede tener en las mentes jóvenes habría de hacer efecto en sus hijos. De hecho, en los siguientes capítulos veremos cómo es que la influencia cultural de Canaán se hace presente en algunos de ellos. Por cierto, este capítulo debe verse junto con el siguiente, pero por cuestión de tiempo se hace necesario dividirlo en dos. Hoy conoceremos que vivir en los límites del pacto, trae vileza en Israel, promueve la asimilación cultural, y en lugar de promover la justicia, queremos venganza.

1.      Vileza en Israel

Jacob debía haberse dirigido a Betel, sin embargo se quedó en los límites de Siquem. Esto les hacía susceptibles de recibir la influencia de los siquemitas y su cultura, positivas o negativas. La historia comienza con Dina, la hija de Lea, que quizá habías olvidado en toda esta historia. Ella salió a ver a las hijas del país. Como cualquier otra jovencita en nuestros días, ella salió para buscar amistades y aprender la manera de vivir y divertirse de las otras jóvenes. Ella inocentemente busca la compañía de otras mujeres, no de varones. Recordemos que ella está rodeada de varones en su hogar, la compañía de otras mujeres a parte de su madre, es necesaria y recomendable, es parte de madurar. Por otro lado, sin embargo, Ella no era la única que estaba viendo a las hijas del país. Ahí se encuentra Siquem, quien está viendo a las mujeres y se topa con esta belleza extranjera: Dina. Él era príncipe de aquella tierra, pareciera que es el inicio de una historia de amor tipo cuento de hadas, sin embargo, Siquem no es el príncipe azul, pero Dina sí es la damisela en problemas. La escritura dice que Siquem la vió, la tomó, se acostó con ella y la deshonró. Es una frase muy corta para un crimen tan atroz. Todos estos términos nos hablan de violencia, primero guiado por la lujuria, mira con detenimiento a la joven, después, la secuestra (recuerda que él era un príncipe, tenía la fuerza para hacerlo), acto seguido la viola, teniendo relaciones sexuales con ella sin su consentimiento, y por último, la deshonra, es decir no la trató con dignidad. Lo que vemos aquí es un hombre vil y despreciable que no trata con dignidad a la mujer, que solo la ve como un pedazo de carne para obtener placer. Pero quizá solamente estamos siendo muy duros con Siquem, no solo lo veamos a él, veámonos a nosotros mismos. ¿No es la misma situación cuando en la calle, guiado por la lujuria o por no se qué clase de deseo lascivo, volteas a ver a una mujer para ver alguna parte de su cuerpo? ¿No estás deshonrando a la mujer cuando con lujuria bajas la velocidad del coche para ver a la señorita que está pasando? El violador Siquem no está muy lejos del lujurioso que ve mujeres en las calles, o que ve pornografía en su casa, porque ambos están denigrando a la mujer y usándola como un objeto imaginario o real de satisfacción sexual. Pero en nuestros tiempos, no es un mal solo de los varones, también entre las mujeres puedes encontrar quienes buscan con ojos lujuriosos partes del cuerpo masculino, o que gustan de la pornografía para satisfacer sus deseos perversos. La lujuria no tiene límites, porque aún en nuestros tiempos que el sexo prematrimonial es consensuado, se está degradando a la mujer o el hombre que participan en ello, porque no se están viendo como seres capaces de ser amados, sino como personas que me pueden dar placer y a la cual puedo yo dar placer. El sexo es reducido al orgasmo y no es buscado como el medio de unión matrimonial, donde dos personas se vuelven una para siempre.

En las historias que nos cuenta Disney, los príncipes son héroes, seres desinteresados y que buscan salvar a la damisela en peligro. Pero en las Escrituras muchos de los príncipes mencionados, son perversos y malvados. Después de haberla violado, la Escritura dice que se enamoró de ella, aunque en hebreo la frase es más bien “se obsesionó con ella”. Y habló a su corazón, es decir le dijo: “todo estará bien, me voy a casar contigo y te voy a cuidar”. No negaremos la sinceridad de sus palabras, porque eso lo demostró con sus acciones posteriores. Este hombre se había obsesionado con ella a tal grado que buscó casarse con ella, pidiéndole a su padre Hamor que se encargara de los arreglos matrimoniales, costumbre muy común en aquella época.

Jacob se enteró de lo que había hecho con su hija, de que la habían amancillado, ¿cuál sería la reacción de cualquier padre? Enojo, molestia, indignación. ¿Sabes cuál fue la reacción de Jacob? Silencio. Quizá el silencio de Jacob se debía a que no estaban sus hijos, y quería esperarlos para tomar una decisión juntos. Pero lo que en realidad había pasado es que Jacob había renunciado totalmente a tomar acción. Quiero dejarte algo claro, el error no fue de Dina, ella no era la mala por haber salido a ver a las hijas de la ciudad. El problema había sido que Jacob había permanecido mucho tiempo en las inmediaciones de Siquem, y eso los hacía completamente vulnerables a las acciones perversas de la ciudad y sus habitantes. Ahora Jacob en lugar de tomar acción, calla. Su silencio traerá profundas repercusiones en la historia de Israel y en las vidas de sus hijos, como ya lo hizo en la vida de Dina. El silencio de Jacob no es un silencio que medita antes de tomar acción, más bien, es el peor de los silencios, el silencio del que claudica.

Este silencio lo podemos notar cuando Hamor, el padre de Siquem va a hablar con Jacob, quien al ver su silencio se dirige a sus hijos, de quienes se nos dice lo que había en sus corazones y la indignación que este acontecimiento produjo en ellos. Dice la Escritura que “se entristecieron y se enojaron mucho, porque hizo vileza en Israel, acostándose con la hija de Jacob, lo que no se debía haber hecho” (v7).  Posteriormente nos habla del trato que proponían Hamor y Siquem. Ellos invitaban a la familia de Jacob a ser un solo pueblo, con claras ventajas económicas y además Siquem estaba dispuesto a pagar como dote la cantidad que ellos exigieran. De esto hablaremos más adelante. Por ahora, me gustaría detenerme en dos palabras, amancillar y “vileza en Israel”.

Amancillar, aparece tres veces en el capítulo (v. 5, 13, 27), la palabra hebrea es tamá y quiere decir “impuro”, y se utiliza con respecto a Dina las 3 veces, quien había sido amancillada por Siquem. Es decir, hecha impura. La impureza que recibe Dina no se debe a haber sido violada, de hecho, es notorio que el escritor sagrado diga, Dina fue amancillada por Siquem y no Dina se amancilló a sí misma. Dina es aquí una víctima de Siquem. “Amancillar” o hacerse impuro es utilizado en Levítico 18:24-30 con respecto a todas las perversiones sexuales que hacían los cananitas y egipcios. Este pasaje nos explica que la perversión sexual no es lícita en medio del pueblo de Dios y que debido a las perversiones sexuales y la promiscuidad la sociedad cananita había sido destruida “porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada”. En el caso de Dina ella no había cometido pecado, sin embargo, Siquem la había hecho parte de su maldad. La violación fue querer dominar e imponer su voluntad y estilo impío de vida sobre la mujer creyente. La vio, la secuestró, la violó y la deshonró. Ese estilo de vida es la razón por la cual Dios mismo destruye naciones. Él la trató como si no fuera del pueblo de Dios, y la tomó como a cualquier otra mujer impía, como a una ramera (así lo afirman los hijos de Jacob).

Por otro lado, los hermanos de Dina afirman que Siquem “hizo vileza en Israel, acostándose con la hija de Jacob lo que no se debía haber hecho”. Esta frase es muy interesante, porque nos presenta el nombre Israel como una comunidad, no solo como su padre (quien mencionado como Jacob). Israel en eses contexto es una comunidad santa, que debe ser respetada, con sus propias reglas y sus propios deberes morales. De hecho, la palabra “vileza” es nebalá y quiere decir abominación, crimen según el estándar de Israel. Esta frase también la encontramos en la historia de amnon y Tamar, el primero, aprovechándose de su posición de hermanastro, quiso violarla, a lo que ella le recrimina diciendo: “No hermano mío, no me hagas violencia; porque no se debe hacer así en Israel. No hagas tal vileza.” Pero él no quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó y se acostó con ella. (2 Samuel 13:12-14). Aquí tenemos el caso de otro príncipe que viola a otra mujer creyente, en este caso su acto abominable es llamado vileza y se afirma que no se debe hacer así en Israel. La violación es la peor de las abominaciones sexuales que puede haber. Según Von Rad: “los pasajes donde aparece (Ju. 19:23; 20:6) nos permiten ver que era un término en que se traslucía el horror suscitado por un sacrilegio que pesaba sobre toda la comunidad cultual”. Es decir, cada vez que se utiliza el término nebalá o vileza hace referencia a un crimen terrible de carácter sexual, un crimen tal que horroriza a toda la comunidad, que era santa y no debía ser tocada de ninguna manera. También es de notar la frase “eso no se hace en Israel” que, diciéndolo de otra forma, sería: “Esa no es la forma de tratar a una mujer dentro del vínculo del pacto". Dentro de la comunidad del pacto, el trato hacia la mujer, no es verla, secuestrarla, violarla y deshonrarla y después querer “hacer las cosas bien”. El varón debe tratar a su novia o a cualquier señorita con dignidad y respeto, y su deseo debe ser comprometerse en fidelidad a ella antes de tener relaciones sexuales. Ese es el modo cristiano, ese es el modo de tratar a las mujeres en la Iglesia, que es la comunidad de los santos. Pastor ¿y qué pasa si ella busca tener relaciones sexuales antes del matrimonio? Lo mismo, tu deber delante de Dios y su Iglesia es que le honres y glorifiques con tu sexualidad en el matrimonio. Son las normas del pueblo de Dios, son nuestras costumbres, es nuestro estilo de vida.

2. Asimilación Cultural.

Ya habíamos mencionado la propuesta de Hamor brevemente, aquí pondremos un poco más de atención a ella. Hamor, el padre de Siquem, vio esta situación como una posibilidad de granjearse mayor riqueza, emparentar con los hijos de Jacob significaría una gran ganancia para él y sus conciudadanos. El matrimonio de Siquem y Dina, si llegaba a realizarse, sería el comienzo de una alianza entre dos pueblos. Por eso Hamor dice “emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras”. A partir de ese momento los hijos de Jacob podrían casarse con hijas de los siquemitas, y los siquemitas con hijas de Jacob y sus descendientes. También los invitaba a tener posesiones en la tierra de Canaan, a comerciar, y pon atención a esto: “a tomar posesión de la tierra”. Hamor les está diciendo, “ustedes dicen que esta tierra es suya, pues tomen posesión de ella, y háganse parte de nosotros”. Los hijos de Jacob sin embargo no estaban dispuestos a entrar a esa unión perversa. Por ello ellos responden con palabras engañosas. Los hijos de Jacob estaban teológicamente en lo correcto, pero en su corazón estaban equivocados, su deseo debieron haberlo dejado ver desde el principio, pero ellos prefirieron engañar usando las mismas tretas que utilizan los paganos al hacer tratos. Porque por un lado afirmaban que era algo abominable que una mujer creyente se casara con un incircunciso, es decir, con alguien que no era de su misma fe. Por lo mismo les ofrecieron un trato, si ustedes quieren que seamos un solo pueblo, háganse como nosotros, circuncídese todo varón en Siquem, y entonces seremos un solo pueblo. Ellos aceptaron inmediatamente, de hecho, Siquem se circuncidó casi en el momento, realmente se había enamorado de Dina, él estaba dispuesto a hacer todo con tal de mostrarle su amor y de resarcir su pecado. Hamor ahora tenía que convencer a todos los varones de la ciudad de que se circuncidaran, esto lo hizo pro dos medios, primero a través del ejemplo de Siquem, y segundo presentándoles las ventajas económicas que esto significaba: “su ganado, sus bienes y todas sus bestias serán nuestros; solamente convengamos con ellos, y habitarán con nosotros”. Contra todo pronóstico, la oferta de grandes ganancias para la ciudad se antepone al dolor insoportable que tendrán, y se circuncidó todo varón de la ciudad.

Me gustaría comentar dos cosas. Primero, que al vivir en las cercanías de los impíos su influencia se deja notar tarde o temprano. No era necesario hacer un trato para ser un solo pueblo, los hijos de Jacob ya se estaban comportando como un solo pueblo con los de Siquem. Dina había sido violada, Jacob calló, sus hijos se unieron, pero para hacer un complot y así acabar con los siquemitas. Tal clase de comportamiento, sea la razón que sea, no es tolerable en medio del pueblo de Dios. ¿Por qué no simplemente afirmar como lo hicieron “no es licito, es una abominación”? Eso hubiera sido un gran adelanto en su manera de tratar con los paganos de aquel momento. En segundo lugar, ambos desprecian el pacto y su señal. La circuncisión es la señal del pacto que Dios había hecho con Abraham, de ser su Dios y el de su descendencia para siempre. Estar circuncidado era un símbolo de pertenecer al pueblo de Dios y de vivir bajo la bendición divina. Pero los hijos de Jacob lo ven como un medio de obtener venganza y los Siquemitas como un medio de obtener ganancias económicas. Quizá Siquem sea el más honesto, pero aun así él está despreciando la señal del pacto, la está viendo como un medio de obtener el amor de su vida. Muchos jóvenes y no tan jóvenes también desprecian el pacto y su símbolo en nuestros días. Por ejemplo, están aquellos que ven el bautizo (la señal del pacto de los cristianos) como un mero evento social o trámite burocrático de la Iglesia. Otros, piensan que el bautizo es una forma de poder “andar con una cristiana” o de casarse con una creyente, dicen ¿qué es un poco de agua sobre mi cabeza a cambio de esa bella mujer? No entienden que el bautizo es un símbolo sagrado que nos une a Cristo Jesús y nos separa del mundo. No entienden que el santo bautizo nos afirma la llenura del Espíritu, y que si somos templos del Espíritu Santo no podemos permitir que otra persona more en nosotros. No entienden que aquel que ha sido bautizado no puede tomar su cuerpo y hacerlo uno solo con el no creyente, porque ¿Qué comunión tiene Cristo con los ídolos?

El camino del creyente es vivir en el mundo, sin ser del mundo. El error de Jacob fue hacer morada permanente entre los siquemitas, esto expuso a sus hijos a la influencia nociva de los paganos, trajo la vileza a Israel, la violación de una de sus hijas, y ahora trae una visión utilitarista de la señal del pacto. Esto es lo que llamo asimilación cultural, nosotros acabamos siendo uno solo con aquellos que nos rodean, si no permanecemos firmes en Betel, el lugar donde habita Dios.

3. VENGANZA EN LUGAR DE JUSTICIA

Al tercer día de haberse circuncidado los varones siquemitas, vinieron Simeón y Leví, junto con sus criados y otras personas, para atacar la ciudad mientras estaban con los dolores más intensos después de su “operación”. La ciudad estaba confiada, después de todo habían hecho lo que estos hombres pedían, no tenían por qué temer. Pero Leví y Simeón mataron a cada varón que había en la ciudad, cuando llegaron a casa de Siquem, lo mataron a él y a Hamor, y se llevaron a Dina. Después vinieron todos los otros hijos de Jacob y saquearon la ciudad, tomaron las ovejas, vacas y asnos, todo lo que había en el campo y la ciudad. Llevaron como esclavos a las mujeres y los niños y robaron todo lo que había en casa.

Ahora bien, hay algunos exegetas que han hecho notar el paralelo que hay entre la situación que vivió Dina y la que ahora sucede en Siquem. Siquem violó a nuestra hermana, nosotros violaremos tu ciudad, por medio del asesinato de todo varón. Siquem se llevó a nuestra hermana, nosotros nos llevaremos a tus mujeres y niños. Tu no quisiste dar una dote antes de tomar a nuestra hermana, nosotros tomaremos la dote de toda tu tierra. Visto en comparación y honestamente, la respuesta de los hijos de Jacob es un tanto exagerada. Porque ellos no estaban guiados por un sentido de justicia, sino por la venganza. La venganza no busca una retribución, o que se pague el daño, la venganza busca que aquel que me ha hecho mal, sufra como yo, y si es posible más. A la venganza no le importa la justicia, así lo afirman las Escrituras “la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. El castigo sobre Siquem fue excesivo, pero curiosamente Jacob no condena el hecho por lo excesivo del castigo, sino por el temor a que las otras naciones le rechacen. Y, por otro lado, los hijos se justifican escudándose en el honor. Pero ellos no tenían honor, al igual que Jacob, quien, en el momento más aciago, en la prueba más dura y dolorosa que un padre puede pasar, guardó silencio y permitió que las cosas simplemente pasaran. Los hijos tenían razón, él no debía tratar a su hermana como a una ramera, pero de ahí a eliminar a toda una ciudad, es algo que no cuadra, no nos convence del todo la medida excesiva de venganza.

CONCLUSIÓN

¿Has notado algo acerca de Dina? Ella nunca habló en toda la narración. Desde el comienzo, ella va a la ciudad a conocer a otras mujeres, no buscaba hombres, pero un hombre la vio y abusó de ella. Ella quizá volteaba a los cielos y entre lágrimas y sollozos, en su corazón decía: ¿¡por qué yo!? Después su violador le dice que se casará con ella, que está enamorado. Pero ella solo le mira sin saber qué decir, quizá pensando ¿después de haberme violado y tratado como a un objeto te casarás conmigo, mi violador será mi esposo? Ella se quedó sola mientras los hombres se encargaban de solucionar el problema, ellos son hombres, saben lo que hacen. Nadie le preguntó si quería casarse o no. Quizá ella cuando supo que su padre guardó silencio, pensó hacia sus adentros ¿no me amas padre? Eres quien debe cuidarme y protegerme, pero no quieres hacer nada para salvarme, me expusiste a esta situación ¿y ahora guardas silencio? Necesito tu consuelo, pero solo recibo el mismo trato que mi madre Lea, indiferencia y silencio. Cuando sus hermanos llegan por ella, quizá se alivió de verlos, pero no podía entender por qué en lugar de abrazarla y preguntarle cómo estaba, simplemente se la llevaron de regreso a casa. Y quiero que sepas algo, Dina no recibió justicia. Lo irónico es que su nombre significa eso precisamente, Justicia. Hoy Dina sigue clamando por justicia para todas las mujeres que han sufrido acoso en las calles, violencia en las casas, y asaltos y violaciones en las calles. Desde las Escrituras este acto es condenado como “vileza”, un crimen horrible, que debe ser perseguido con todo el peso de la ley. Dios ha mandado a los gobiernos que impartan justicia, y que no tomemos en nuestras manos la venganza. Nuestro deber es denunciar los abusos y violaciones que se suceden a diario en nuestro país. En 2020 se denunciaron 46 violaciones al día. Este dato no incluye los abusos, acosos u otro tipo de delitos sexuales. En los primeros tres meses de 2021 aumentaron a 53 diarias. Amados hermanos, la violación y la violencia sexual y física contra la mujer es un asunto vil y despreciable en medio del pueblo de Dios. Esto no debe ocurrir, y como Iglesia condenamos toda clase de violencia ejercida en contra de la mujer y exhortamos a los creyentes a denunciar tal tipo de situaciones a sus consistorios para tomar cartas en el asunto, y también a denunciar a los agresores ante las autoridades civiles.

Como Iglesia reconocemos que la única esperanza de una justicia plena se encuentra en la segunda venida de nuestro Señor, quien con su voz poderosa destruirá y acabará con aquellos que se oponen a su reinado. Por eso hoy ordena que todos, hombres y mujeres se arrepientan, a los violadores ordena que se vuelvan de sus malos caminos, y a los que viven con perversiones sexuales, les ordena ordenar sus corazones a su Palabra para vivir honrosamente con sus esposas en toda castidad y pureza. En él encontraremos un nuevo comienzo y una nueva vida, porque Cristo murió en el lugar del más vil asesino y violador, pagando por sus pecados, otorgándole un nuevo nacimiento para una nueva forma de vivir. Pero también consuela a las mujeres que como Dina claman en silencio por justicia, a ellas les dice “enjugaré toda lágrima de sus rostros”, “Yo estoy contigo, todos los días hasta el fin del mundo” y también, “veo tu dolor y veo tu aflicción, te sanaré y restauraré”. Jesucristo viene a destruir el pecado y sus efectos, viene a traer redención, a ti también que has sido afectada por el pecado del varón, el Señor te puede dar sanidad, solo así, el clamor de Dina ya no retumbará hasta los altos cielos, sino que se convertirá en gozo y alegría por haber sido sanada y restaurada por medio de Jesús.

 

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