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BENDITO DE JEHOVÁ

 


Genesis 26

1.      Ordenando su vida bajo el Señor.

Hubo hambre en la tierra, así comienza la descripción de este capítulo, un suceso que no era extraño en donde vivía Isaac, el Neguev, que dependía de las lluvias para poder dar fruto. El texto explica que esta hambre era diferente a la que había sucedido en tiempos de Abraham, lo hace porque es fácil creer que el escritor pudo confundir o repetir los hechos narrados con anterioridad. De hecho, en este caso Isaac también se va a Gerar, con el rey de los filisteos, Abimelec. En el capítulo 21 se nos habla de un Abimelec rey de los filisteos, todo parece indicar que estos son dos reyes diferentes, uno sucesor del otro. El primer Abimelec hizo un pacto con Abraham de no agresión y de respetar los pozos que había abierto el padre de la fe en Gerar. Este pacto quizá le daría seguridad a Isaac, para poder encontrar refugio en dicho lugar. Así que se dirigió a la tierra del descendiente de aquél primer Abimelec.

En el camino quizá consideró ir a Egipto, cuya tierra era deseable para cualquier persona que se dedique a la pastura y la agricultura, el desborde anual del rio Nilo proporcionaban tierra fértiles para cultivar a sus márgenes. Sin embargo, Jehová su Dios se le apareció para prohibirle que fuera a Egipto. Su seguridad no debe estar en las posibilidades económicas o sociales, sino en el pacto mismo. De hecho, el Señor le reafirma su pacto, y le está llamando a tomar su lugar como el depositario de la promesa. Por ello lo primero que le dice es que Isaac debe habitar en la tierra que él le señale, y que entre tanto y viva en la tierra de los filisteos, debe hacerlo como forastero. Debe entender que su paso en medio de los filisteos o en medio de los diferentes pueblos de Canaán, no debe proporcionarle seguridad. Es forastero, no filisteo. Por otro lado le dice que si vive de esa manera el Señor le bendecirá. Su vida entera estará bajo la protección y el cuidado especial de Dios, bajo el favor divino. De hecho, la tierra misma en la que habitará será de él y de su descendencia para siempre. No solo eso, sino que también multiplicará su descendencia en gran manera. Todo parece indicar que hasta ese momento Esaú y Jacob aún no habían nacido. Porque, aunque aparezcan ya en la narración previa, esto parece haber sucedido en el inter de los 20 años de esterilidad. Por último, se le dice que en su simiente serán benditas todas las naciones de la tierra. Esta última frase nosotros, bajo la iluminación que recibió el Apóstol Pablo, entendemos que se refiere a Cristo Jesús, él es la semilla de Abraham, Isaac y Jacob que habrá de bendecir a las naciones. En él todas las naciones encuentran su seguridad y restauración. Él es la esperanza de México y de todas las naciones. Así que Isaac es llamado a tomar su lugar como siguiente en la línea de la promesa, el depositario, y la cabeza del pacto. Aquél que habría de traer al redentor y que prefiguraría en sus actos al Salvador del Mundo, al Cristo de Dios. Dios no le pide que viva por su propia fuerza, sino que le pide que viva bajo la protección y el cuidado divino, que aprenda a vivir por fe, como lo hizo su padre, Abraham.  Por eso le dice que Abraham su padre oyó la voz de Dios y guardó sus preceptos, mandamientos, estatutos y sus leyes. ¿Por qué remarca tanto el Señor estas palabras? Es extraño ya que Abraham nunca recibió una tabla de la ley que contuviera todos los mandamientos del Señor. Pero lo que sí recibió fue la indicación de ordenar toda su vida bajo la guía y dirección del Señor. Calvino explica: “Abraham habiendo moldeado su vida en acuerdo total con la voluntad de Dios, anduvo en su servicio puro”. El llamado que Dios le está haciendo a Isaac es el mismo que le hizo a Abraham, y es el mismo que nos hace a nosotros. Él nos está llamando a tomar nuestro lugar dentro del Reino de nuestro Señor Jesucristo, a ordenar toda nuestra vida bajo los principios del Pacto del Señor. Pero Pastor, ¿Cuál es el pacto del Señor? Mi hermano, nuestro Señor nos lo explicó de manera tan sencilla que lo podríamos resumir en una sola palabra: Amor. Ama al Señor tu Dios de todo tu corazón, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y Ama a tu prójimo como a ti mismo. Reconoce al Señor en todos tus caminos y él enderezará tus veredas. O también “El principio de la Sabiduría es el temor de Jehová”. Toda nuestra acción social, política, familiar, económica, debe estar ordenada para buscar el Reino de Dios y su manifestación.

¿Qué fue lo que hizo Isaac? Llegó a Gerar, la tierra de los filisteos, y cuando le preguntaron sobre su esposa, él respondió que era su hermana. ¿Por qué? Porque tuvo miedo. A Isaac no lo dirigió su fe en la promesa, sino el temor. Puso en gran peligro a su esposa por el temor a que lo mataran. Pero el amor no puede ser ocultado por mucho tiempo, porque un día mientras el Rey paseaba, vió por la ventana que “Isaac reía con Rebeca su mujer”. Es un juego de palabras, “El que goza, hacía gozar a Rebeca su mujer”. Una clara, aunque velada, referencia a que Isaac y Rebeca estaban teniendo relaciones sexuales o alguna clase de jugueteo sexual, propio de un matrimonio. Posteriormente Isaac es llamado a dar cuentas ante Abimelec por haber mentido poniendo en riesgo a la nación de los filisteos de cometer un gran pecado. Quizá él recordaba el castigo que había sufrido con anterioridad su padre por haberse llevado a Sara la esposa de Abraham. A lo que Isaac respondió, tuve miedo de que me mataran por tenerla. En este punto de la historia nosotros podríamos pensar que Dios abandonará a Isaac, pero como sabemos, Dios no tiene esa costumbre, aún a pesar de las carencias que podamos tener, de los defectos, de nuestras debilidades, y pecados, su promesa sigue siendo válida, y él sigue siendo fiel a lo que prometió. Él dijo que estará con Isaac y lo bendeciría, y lo cumplió. Aunque Abimelec pudo haber tomado represalias contra Isaac, en realidad lo protegió. Le dio la seguridad de que nadie entre los filisteos los tocara a él o a su esposa. Aun en medio de su infidelidad, el Señor está proveyendo protección y cuidado para su siervo. Pero no solo para él, sino para Rebeca, la que habría de engendrar al depositario del pacto, el símbolo de nuestro salvador. Porque, aunque el hombre en su pecado, busca su propia seguridad, desamparando a los más débiles, dentro del Pacto del Señor, hay protección y cuidado. Porque Isaac consideró más valiosa su propia integridad que la de su esposa, y Abimelec, al igual que los filisteos, la veían como un objeto sexual, Dios la veía como lo que realmente era: una mujer que ocupaba un lugar importante dentro del plan de redención. Mujer que me escuchas, y que en muchas ocasiones has sido valorada únicamente por tu sexualidad o por las ventajas que puedas proporcionar, quiero que recuerdes que tu tienes una labor que realizar también en el plan de Dios, un lugar para manifestar la gloria del Señor en este mundo, únicamente cuando ordenamos toda nuestra vida bajo las promesas y ordenanzas del Señor.

2.      Perseguido por la bendición

Dios le había prometido a Isaac que lo bendeciría, y en el versículo 12 comienza a notarse la bendición del Señor, es decir, su favor. La bendición quiere decir que el Señor le favorece. Y el favor de Dios hacia Isaac se manifestó en la cosecha de ese año. Lo normal es cosechar el 30 de lo sembrado, quizá en una cosecha muy abundante, el sesenta, pero llegar a hablar de un ciento por uno, es algo extraordinario. Pero la bendición no solo fue ahí, se enriqueció y fue prosperado, también se engrandeció hasta hacerse muy poderoso, con mucha influencia. Su labranza fue mucha y sus animales también. ¿Todo ello apareció mágicamente Pastor? Yo he orado para que el Señor me bendiga con riqueza y no sucede ¿Qué es lo que estoy haciendo mal Pastor? Debemos notar que Isaac no fue para mendigar ayuda del gobierno de Abimelec, o para pedir apoyo a las beneficencias, él se dedicó a trabajar y a comerciar, sembró la tierra, vendió su grano y crió ganado. Trabajó, bajo la premisa y la convicción de que el señor estaba con él. Su protección y cuidado no se dejan de manifestar en su vida. Muchas veces entendemos el término “bendición” como una cuestión espiritual, pero el Pacto y su bendición tiene también implicaciones materiales. No significa que todos tendremos mucha riqueza o que nos convertiremos en Carlos Slim, pero sí significa, que el Señor “confirmará la obra de nuestras manos”. Que nuestro trabajo no quedará sin fruto. Sino que cosecharemos lo que el Señor en su Gracia tenga para nosotros. De nosotros es dedicarnos al cien en lo que hagamos como si todo dependiera de nosotros, y a la vez descansar sabiendo que todo depende del Señor y su bendición.

Eso hizo que Isaac se distinguiera de los filisteos, Dios hizo una diferencia entre su Bendito y los demás. Por ello se nos dice que los filisteos tuvieron envidia. No te confundas, no es que Dios les haya provocado a envidia, porque ellos tenían la opción de poder hacer alianza con Isaac, pero prefirieron hacerle mal y despreciarlo por la bendición. Ellos querían la vida que tenía Isaac. Deseaban mostrarle su desprecio de todas las formas posibles, y empezaron por cegar los pozos que su padre Abraham había abierto y los llenaron de tierra. Y no contentos con ello, lo expulsaron de la ciudad, Abimelec quien le había dado su protección, ahora la retiraba: “Apártate de nosotros, porque mucho más poderoso que nosotros te has hecho”. Isaac entonces se fue y habitó en el valle, y comenzó a tratar de re abrir los pozos cegados, y a ponerles el nombre que su padre les había dado. Este Isaac no es muy fuerte que digamos, no tiene mucho carácter, es más, en las Escrituras, su figura se ve opacada por las de Abraham y Jacob. De hecho “las aventuras de Isaac” solo ocupan un capítulo, y en los otros aparece como un agente pasivo, quien permite que las cosas sucedan. Pero el Señor no acaba por utilizar siempre a los grandes y admirables, no siempre se trata de un David que vence a Goliat, o de un Sansón derrotando a los filisteos, a veces, y muy a menudo, se trata de un Isaac, un Barac, o un Andrés, personajes que no sobresalen, no tienen mucha inventiva, pero que el Señor decide utilizarlos a pesar de todo. Quizá tu no creas que eres especial, quizá no tengas ningún talento, o quizá no tengas iniciativa, pero lo que sí es cierto, es que tienes un Dios que te va a utilizar, no por ti, sino a pesar tuyo. Puedes descansar y obrar sabiendo que Dios es más poderoso que tú, y que él dirige toda tu vida a sus propósitos.

Cuando Isaac trató de abrir nuevos pozos, y en uno de ellos encontró una fuente de agua viva, vinieron los filisteos y le hicieron pleito. Dos veces ocurrió esto, y fue tan amarga la discusión que Isaac nombró esos pozos como Contención y Enemistad. Y es que cuando el pueblo de Dios trata de honrar al Señor con sus labores, el mundo inmediatamente hará contención, y manifestará su enemistad contra nosotros. Ellos buscarán señalar lo impropio de nuestra ciencia, o lo inútil de nuestros esfuerzos académicos, porque dirán que la religión no debe influir en la vida académica, o en la política. Y nos expulsarán, nos perseguirán y nos rechazarán. Así lo dijo el Señor: “Si el mundo los odia, sepan que me ha odiado a mi antes que a ustedes. Si ustedes fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no son del mundo, sino que Yo los escogí de entre el mundo, por eso el mundo los odia… si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes… Pero todo eso lo harán por causa de mi nombre” (Juan 15:18-21). También dice el apóstol: “Es cierto, y todo el que quiera vivir una vida de sumisión a Dios en Cristo Jesús sufrirá persecución” (2 Tim. 3:12). Sí, Cristo fue perseguido amados hermanos, él murió por el odio de los hombres, incluso los gentiles le matamos. Y él mismo dijo que nosotros que lo seguimos también seremos perseguidos, pero no por nosotros, pro él. Porque el mundo lo odia, y odia todo lo que tenga que ver con él. El mundo no puede tolerar un sistema que le oponga resistencia. No tolera que se le juzgue con un absoluto, como lo hacemos nosotros.

Solo después de haber padecido persecución, Isaac encontró un lugar donde ya no le riñeron. Le llamó Rehobot, que quiere decir: lugares amplios o espaciosos. Y lo hizo así porque dijo: “Ahora Jehová nos ha prosperado y fructificaremos en la tierra”. Es en este punto que Isaac encuentra la bendición de Dios, sin impedimentos, y sin ninguna clase de oposición. Como creyentes, debemos buscar tal clase de lugares. Por ello en muchas ocasiones hablamos de la necesidad de establecer escuelas cristianas, empresas cristianas, partidos políticos cristianos, no porque queramos huir del mundo, sino porque queremos ir al mundo, pero no en soledad, sino como un cuerpo, como una comunidad que toma su fuerza de su principio rector: “Jehová está con nosotros”. No huimos de los señalamientos de los incrédulos, más bien, queremos poder expresar nuestra fe sin impedimentos en las diferentes áreas del Saber humano. Porque, aunque quisiéramos hablar de las implicaciones de la Palabra de Dios en la política en la arena pública, muchas veces nos vemos limitados por las ataduras legales y las convicciones de los partidos que hoy existen. Pero si un partido cristiano existiera, entonces podríamos, con base en nuestras convicciones, abordar de manera clara y franca, una visión cristiana de la política. No buscamos aislar a nuestros hijos en escuelas cristianas, para evitarles las enseñanzas paganas, sino que buscamos inculcarles nuestra cosmovisión, nuestra manera cristiana de entender el mundo y la vida en su totalidad. De ahí que busquemos a cada instante “lugares espaciosos donde veamos la prosperidad que Jehová tiene para nosotros”.

3.      Paz para las naciones

El Señor entonces se le aparece una vez más a Isaac por la noche, y le confirma lo que su padre le había dicho, y lo que Dios mismo con anterioridad le había revelado: Yo soy el Dios de Abraham tu padre; no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia por amor de Abraham mi siervo”. Estas palabras tienen un especial significado para Isaac, por un lado, Dios afirma la continuidad de la promesa y le está llamando a tomar su lugar en la misma, como cabeza del pacto. Y por otro lado, le da seguridad a Isaac, porque le dice “no temas”. Lo que había movido hasta el momento a Isaac era el miedo. Por miedo no confrontó a los filisteos en los derechos legales sobre los pozos. No puso un pero contra la expulsión de Abimelec. Por miedo no tomaba su lugar en el pacto. Pero ahora Dios le dice que no tema, que ya está en casa, que esta es la tierra que Él le ha prometido, y que él será quien tomará el lugar como cabeza del pacto, quien heredará la promesa y recibirá la bondad del Señor. ¿Qué hará Isaac ahora? Bueno, para tranquilidad nuestra Isaac reconoció el nombre del Señor y edificó un altar, en invocó el nombre de Jehová en ese momento. Y, además, plantó ahí su tienda. Es decir, Isaac obedeció al Señor, estaba reconociendo que él debía ser el depositario del pacto, aquél que habría de traer al redentor y de quien son todas las promesas de Abraham. Isaac por primera vez, estaba conscientemente, ordenando toda su vida bajo el gobierno de Dios. Ahí en Beerseba, Isaac entendió cuál era su lugar en la historia de la redención y empezó a vivirlo. Quizá, en ese momento Isaac comenzó a vivir de verdad. Porque solamente cuando encontramos nuestro lugar en el Reino de Dios, podemos realmente saber hacia dónde vamos en este mundo.

En lo que sus siervos abrían un pozo para suplirse de agua, llegaron Abimelec, un amigo suyo Ahuzat y Ficol, capitán de su ejército. Esto a cualquiera le hubiera hecho temblar, pero no a Isaac, él sabía que tenía a Dios con él. Así que se dirigió inmediatamente hacia ellos: “¿Por qué han venido aquí? Es evidente que ustedes me odian, ya que me echaron de su tierra.” Ya no tenemos a un hombre que se oculta detrás de su esposa, ni a uno que huye de la batalla, tenemos a un hijo de Dios, que está seguro del cuidado y la victoria que proporciona el Señor. La respuesta de los Abimelec nos deja ver dos cosas, primero que el Dios de Isaac es un Dios poderoso, y segundo Isaac como el Bendito de Jehová. Abimelec sabe que no le conviene tener de enemigo a un hombre cuyo Dios es tan fuerte y que lo bendice tan grandemente. No es sensato, lo más correcto es buscar la paz con este hombre y con este Dios. Pero hay algo que me llamó la atención en sus palabras, y fue lo siguiente: “que no nos hagas mal, como nosotros no te hemos tocado, y como solamente te hemos hecho bien, y te enviamos en paz”. ¿Cómo? Si a cada instante peleaban por los pozos de su padre Abraham, y no solo eso, sino que los habían tapado, y además habían expulsado a Isaac de la tierra de los filisteos, le habían declarado persona non grata. ¿Solamente te hemos hecho bien? Seguramente pensó Isaac, y aunque su respuesta podría haber sido negativa, el Señor deseó usar el pacto que hicieron con él como una figura de lo que Dios haría con nosotros, los gentiles.

El Bendito de Jehová no solo es Isaac, el Bendito de Jehová es Jesús. Él fue tratado mal, tanto por los judíos como por los gentiles. Sus milagros fueron adjudicados a Satanás, y se le trató de bastardo, comilón y borracho. Se le rechazó de tal manera que todo su pueblo descargó un odio frenético contra él, pidiendo su muerte por crucifixión. Y cuando a los gentiles se les dio la oportunidad de hacer el bien a un hombre justo, por medio de Pilato, nos lavamos las manos y lo condenamos a muerte. Como los soldados romanos, nos burlamos de él haciendo reverencias burlescas ante un rey con una corona de espinas y con el cuerpo lacerado. Golpeamos su rostro, pidiéndole que nos profetizara, y nos burlamos incluso de su suplicio en la cruz. Fueron judíos quienes lo rechazaron y lo entregaron a la muerte, pero fuimos los gentiles quienes lo crucificamos.

¿Y sin embargo qué fue lo primero que hizo nuestro Señor al resucitar? Dijo “no temas” Paz a vosotros. Aun a pesar del mal que le hicimos, él nos hace el bien. Él nos da su paz. Nos quita el temor. Nos hace ser parte de su pueblo. Nos adopta como sus hijos. Nos ama sin medida. Cada golpe, cada laceración que le hicimos, nos muestras más y más su gran amor. Él no nos reprocha, sino que ruega: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Aún en medio de su dolor él nos deseaba el bien. Y hoy, que nos llama a ser parte de su pueblo, nos da la salvación, y la vida eterna. A su vez, nos envía al mundo, para que, aunque el mundo nos haga mal, nosotros le hagamos bien. Porque Cristo es el que trae la paz a las naciones, y nos usa a nosotros, para ser instrumentos de su paz, pacificadores. Porque, así como Isaac y Abimelec se retiraron el uno del otro en paz, así nosotros debemos construir la paz en este mundo.

Así, todos y cada uno de nosotros, vivimos bajo su reinado y ordenamos nuestra vida según el pacto del Señor, toda nuestra existencia pensada, hablada y vivida a la luz de su pacto. Solo así tendremos bendición.

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