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DIOS OYE



GÉNESIS 16

Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola

INTRODUCCIÓN 

Este mes regresamos a nuestra exposición de Génesis, la continuamos en el capítulo dieciséis. Esta historia nos narra la respuesta de Abram y Sara, junto con Agar a la promesa del capítuo 15, “un hijo tuyo te heredará”. Dios le había prometido a Abram y Sara que un hijo de Abram habría de heredar todo lo que él tenía, y no solo esto sino que ese hijo llegaría a ser una figura de aquél que vendría a destruir el poder de la serpiente y a tomar posesión de toda la tierra. Así que lo que se narra en la historia de hoy es una mirada detallada de la respuesta que en un momento específico dieron Abram y Sara a la promesa del Señor. ¿Esperarían pacientemente el cumplimiento? O ¿se dejarían llevar por la desesperación y las expectativas culturales? Por ello la predicación de hoy se titula: Dios oye nuestra respuesta al pacto (en fe o incredulidad) y las consecuencias que traemos (bendición o maldición), ordena una respuesta en fidelidad. 

-NUESTRA INCREDULIDAD 

Abram y Sarai habían recibido la promesa del Señor de que tendrían un hijo. Sin embargo, Sarai “no le daba hijos a Abram”. Así es como describe el narrador la situación. A la vez, Sarai explica a Abram que Jehová la había hecho estéril. De ambas frases podemos entender la presión que sentía Sarai, tanía 75 años en ese momento, ya era casi imposible que pudiera concebir hijos. La sociedad de ese entonces consideraba que una mujer que no tenía hijos o que no podía tener hijos era una “nada, sin importancia”, algo que podía ser despreciado. De hecho un varón bien podía divorciarse de su mujer si esta no le daba hijos. Así que quiere que entiendas la presión social. A su vez, mira la otra perspectiva, Dios les había prometido un hijo, pero el mismo Dios había hecho estéril a Sarai, así que una vez más, ella siente la responsabilidad de buscar los medios para que esa promesa se cumpla. Ella sentía en sí misma la presión de ser la madre del heredero, pensaba que Dios le había puesto las cosas difíciles pero no imposibles. Así que volteó a ver la cultura que le rodeaba. En las leyes mesopotámicas y cananeas existía una que permitía a una mujer que era estéril tomar una de sus esclavas y dársela a su marido como esposa para que el hijo que ella tuviera fuera de la estéril. Así la promesa podría cumplirse. 

Sarai puso manos a la obra. Y comentó con su esposo acerca de su esclava Agar, podría tomarla como esposa y tener un hijo de ella, así Sarai cumpliría con la promesa del Señor y le daría un hijo. Abram aceptó y tomó por esposa a Agar. Hasta aquí puedes pensar que Sarai ha sido la mente maestra de este acto de poliamor o poligamia, sin embargo, no debes apresurarte a juzgarla como la única culpable. Abram también lo es. Abram toma parte consciente de este acto. De hecho el versículo 2 explica que Abram “escuchó la voz de su mujer”, ¿te recuerda algo? Vamos al capítulo 3:17 “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer”. ¡Vaya qué machista pastor! Pero no, el asunto central de esta semejanza, como lo explicamos en aquél sermón, se refiere a que la voz que escuchó Abram fue una voz distinta a la de Dios, es decir, una voz que estaba dándole un mandato diferente al de Dios. Abram había dejado a un lado la promesa y el tiempo de Dios, para buscar por sus propios medios, el cumplimiento de la misma. Habían pasado 10 años desde aquel pacto, y no llegaban los hijos. Quizá Dios esperaba que ellos actuaran de alguna forma. Y es cierto, Dios esperaba que actuaran esperando con paciencia el cumplimiento de la promesa. 

“la impaciencia en cuanto al cumplimiento de la promesa, es sinónimo de incredulidad.” (De graff) y Calvino explica: “Hubo una fe defectuosa no respecto a la promesa, sino en la manera en que procedieron”. LA fe no solo se refiere a esperar pasivamente un acto sobrenatural de Dios, sino también se refiere a esperar activamente. Abram y Sarai debieron esperar pacientemente la promesa del Señor, no tomando en cuenta las opciones culturales que les proporcionaba canaan, sino las solas promesas del Señor. Aquí vemos esa disputa constante en el corazón del hombre por tratar de obtener las bendiciones divinas, mereciéndolas o haciendo trampa. Cuando en realidad esas bendiciones son nuestras, y el Señor nos las proporciona por pura gracia. La promesa del Redentor se cumplirá no por los caprichos o actos del hombre, sino por la pura gracia de Dios. 

Toda nuestra vida la ordenamos de acuerdo a las promesas que Dios nos ha hecho, es decir, respondemos a ellas, y todo lo que hacemos, pensamos o decimos, se verá afectado para bien o para mal, por la respuesta que damos a estas promesas. Ya hemos establecido que el acto de poligamia que estaban cometiendo Abram y Sarai, aunque fuera para que se cumpliera la promesa, era un acto de incredulidad, porque iba contra la manera en que el Señor la cumpliría. ¿Pero qué afectaciones trajo a la vida familiar y social dentro del pacto? Porque si no te has dado cuenta, toda la vida de Abram y Sarai, junto con todo lo que tienen y la gente que les sirve, están dentro del Pacto. Quizá esto es algo que ellos aun no entienden, y por lo mismo actúan como lo hacen. Lo primero que sucede es que Agar quedó embarazada. En su corazón y en sus actitudes empezó a desdeñar a Sarai. Comenzó a considerarla menos que nada, y en su corazón deseaba que el hijo no fuera para su Señora, sino para ella. Así que Sarai va ante su esposo, llena de celos, y exige que la ponga en su lugar. Abram en un inesperado giro le dice a Sarai que Agar era su propiedad y que hiciera como le pareciera con ella. Sarai entonces, llena de ira comenzó a humillar a Agar ¿cómo? Golpeándola y maltratándola. Tanto fue el maltrato que huyó. 

De esta forma puedes darte cuenta de la gran tragedia que está sucediendo. Todo debido a un acto de incredulidad dentro del círculo del pacto. A lo largo de la historia del cristianismo encontramos momentos en que, aunque amábamos a Dios y vivíamos como sus hijos, actuamos con incredulidad en este mundo. Por ejemplo, en la época de 1700 cuando la esclavitud estaba siendo abolida en muchos lugares, cristianos ingleses se oponían a su abolición debido a motivos económicos. O también, en los estados unidos, parte del cristianismo se oponía a la integración de personas de color a los servicios religiosos y escuelas de blancos. O ¿qué me dirás de la oposición que los cristianos manifestaron a la igualdad de la mujer en algunos sectores? En algunas ocasiones (muchas en realidad) la Iglesia, aunque ha tenido las promesas del Señor, no ha sabido aplicarlas a su contexto particular y se vuelve incrédula. Como si de alguna manera pensaramos que las cosas tal y como están son como deberían ser. Pero si algo nos ha enseñado la Palabra de Dios es que toda la vida debemos ajustarla a su soberano designio. Como decía Evan Runner: “en las formas de nuestra cultura y pensamiento debemos estar ocupados reformándonos a nosotros mismos de acuerdo a la Palabra de Dios”. El hecho de que no estemos de acuerdo con la ideología de género, no debe ser motivo para que discriminemos o no defendamos derechos de nuestro prójimo homosexual. El que no estemos de acuerdo con la ideología del movimiento feminista, no significa que debamos rechazar todas sus propuestas como ideas estúpidas, sino que debemos considerarlas con seriedad y buscar proteger y cuidar a nuestra prójima. En fin, la iglesia debe estar dispuesta a analizar su entorno a la luz de la Palabra, y buscar reformarlo para que se ajuste más y más a ella. El ejemplo de Abram es el de una fe que está madurando, que aún no entiende que debemos seguir al Señor en todo momento, sujetos a su voluntad. 

-NUESTRA AFLICCIÓN 

Los versículos 7 al 12 nos presentan un relato impresionante. Comienza diciendo que “el ángel de Jehová la halló junto a una fuente de agua”. Todo parece indicar que Agar estaba huyendo hacia Egipto, su tierra natal. Pero lo que no sabe es que hay alguien que la está buscando. El ángel de Jehová. Este ángel en muchas ocasiones es visto como alguien que juzga, pero sobre todo actúa para salvar y proteger. Lo vemos hablando con Josué a la entrada de la tierra prometida, como el Príncipe de los ejércitos de Jehová. Lo vemos hablando a Manoa y su esposa, prometiéndoles que tendrían un hijo (Sansón) que liberaría al pueblo de los filisteos. Incluso lo encontramos con Moisés hablándole desde la zarza. Qué hermoso es saber que el Señor está buscándonos aún en medio de nuestra rebelión. ¿Quién es este “ángel de Jehová”? Es el Señor mismo tomando una forma visible antes de su encarnación, es Jesucristo, pre-anunciándose como el que rescata y libra a su pueblo. Personalmente creo que cuando el Ángel de Jehová aparece, es como si Dios dijera: si quiero que algo salga bien, lo tengo que hacer yo mismo. Y es que Abram y Sarai habían traído terribles consecuencias a la vida dentro del pacto, de tal forma que el nuevo mundo que el Señor estaba construyendo pro medio de Abram y su descendencia corría gran peligro. El pacto del Señor no es algo que podamos abandonar, por ello él mismo viene para arreglar aquello que nosotros descomponemos. El Señor confronta a Agar (De dónde viene y a dónde vas). A lo que ella contesta: “Huyo de delante de Sarai mi señora”. Esta rase no debe ser entendida únicamente como huyo de la opresión que me están haciendo, además de ello debe ser entendida como huyo de la vida que puedo tener bajo mi señora. Es decir, huyo de la vida dentro del pacto. Tristemente nuestra vida dentro del pacto puede no ser la que totalmente se espera de nosotros, de tal forma que impulsemos a otros a alejarse del pacto y de la comunión cristiana. Pero el Señor le dice a Agar “vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano”. Esto podría ser muy intrigante, ¿no te parece? ¿Por qué Dios le está diciendo a Agar que vuelva a ponerse bajo el duro trato de Sarai? Pues es de notar que lo que Dios quiere es que la comunidad del pacto, a pesar de los grandes defectos de los depositarios, siga manteniéndose unida. Porque haya querido o no Agar, ahora era una de las esposas de Abram, y el hijo que ella llevaba en su vientre, era un hijo del pacto. Tenía que crecer dentro de las promesas y ser educado conforme a ellas. De ahí el principio esencial, la comunidad del pacto debe ser cuidada ante todo. ¿Quiere decir esto pastor que debemos soportar las aflicciones? Sí y no. ¿Debe una esposa soportar el maltrato de su esposo? No. ¿Debe abandonar el pacto y las promesas debido al maltrato de su esposo? No. Decir no a las injusticias que se legan a dar dentro del pacto, no debe producir un abandono del pacto o de su comunidad. 

El Señor le muestra que el propósito de el mandato del Señor es bendecirla a ella y a su descendencia. Él es tan bueno que se adapta a nuestra limitado entendimiento, y como muchas veces no actuamos por convicción, nos alienta a actuar con la esperanza de un porvenir mejor. De ahí que la promesa que le hace a Agar sea muy parecida a la de Abram. De hecho esto demuestra que la razón por la que el Señor está interviniendo de esta forma, es para mantener fielmente el pacto y su promesa. Él le dice a Agar que tendrá un hijo que lo llamará Ismael, que quiere decir, “Dios oye”. Y lo explica diciendo porque “Dios ha oído tu aflicción”. 

Aquí está el meollo del asunto, Dios ha oído tu aflicción. Esta frase demuestra que todas nuestras relaciones y actos están enmarcados por el Pacto de Dios. Es decir, Abram y Sarai eran señores (propietarios) de Agar, y esa relación (amo-esclavo) era regida por el pacto del Señor, y debía reflejar esa relación de pacto. Por ello Dios está sumamente interesado en cómo actuamos dentro del pacto (Que es toda nuestra vida). Lo que vendría siendo un mero contrato legal entre Abram, Sarai y Agar, se vuelve una relación que responde a las promesas. Es igual con nosotros, toda nuestra vida está enmarcada, como un cuadro, por el pacto. Todas tus relaciones personales, laborales, sociales, políticas, económicas, académicas, deben reflejar una repuesta de fe al pacto. Si en nuestras relaciones laborales, por ejemplo, si eres patrón o empleado, y te conducen con injusticia, violentando el derecho de tu patrón o empleado, mi hermano, debes saber que Dios oye la aflicción. Una aflicción que no debería existir, porque estás dentro del pacto, y tu forma de vida debe traer paz, por eso somos llamados Hijos de Dios. Somos testigos del Pacto que Cristo hizo con nosotros, y según el Dr. De Vrieze: “testificar es, después de todo, no solo hablar, también actuar, sujetando nuestros propios actos a la Palabra de Cristo, buscando también provocar obediencia a los mandatos de Cristo, ejerciendo tal influencia que se manifieste en la vida social una sujeción a esa Palabra”. 

El acto de Abram y Sarai había provocado que Agar se rebelara contra los mandatos de Cristo y que sus actos se convirtieran una rebelión constante contra el Señor. 

A más de esto, nuestro Señor le dice a Agar que su hijo será hombre fiero, haciendo referencia a los beduinos que no pertenecen a ninguna nación y no se sujetan a nadie. Básicamente le está diciendo que Ismael se convertirá en un hombre como ella, que no quiere estar al servicio de nadie. Pero aquí también vemos algo tremendo, como lo explica De Graff: 

“Para Agar y su hijo, estas palabras contenían una maravillosa bendición. Les hablaban de poder y libertad y valentía. ¿Pero cómo sería usada esa bendición? ¿Sería auténtica aquella libertad, es decir, sería la libertad del pecado por el amor a Cristo? ¿Sería ese conflicto una lucha por el Cristo? ¿O lucharía Ismael contra el Cristo y el evangelio? Desafortunadamente, dirigió su fuerza contra Cristo. De Ismael nacieron los amantes de la libertad del Arabia, la tierra donde nació Islam. La posteridad física y espiritual de Ismael ha vivido en conflicto constante con el pueblo de Dios y el Señor Jesucristo. De esa manera la bendición dada a aquel pueblo se convirtió en maldición. De la misma manera es posible para nosotros también cambiar la bendición de Dios en maldición. Esto ocurre cuando no aceptamos por la fe la bendición como un don de Dios y en cambio queremos usarla contra Dios.” 

-NUESTRA RESPUESTA 

Esta parte de la historia es muy sencilla, pero igual de significativa. El versículo 13 presenta una confesión por parte de Agar. Ella declara: Tu eres Dios que ve (El Roí). Podría traducirse más libremente diciendo: “Eres un Dios al que le importa lo que sucede entre los suyos”. Y esa es una gran verdad, hermano, hermana, si estás pasando por una injusticia que te han cometido, si en algún momento la iglesia te ha tratado mal, incluso si el pastor ha sido injusto contigo, debes saber que al Señor sí le importa esto, y que él tomará a su cargo tu causa. O también piensa en que si tú eres el que ha cometido a injusticia con otros, él es Dios que ve, un Dios al que le importa nuestro actuar, nuestra respuesta a su pacto. Creo que lo primero que Agar entendió es que debe reconocer a este gran Dios, y cómo él tiene cuidado e nosotros. No es solo que Dios vea en el sentido pasivo, sino que es un Dios que ve para actuar y componer la situación. Nuestro Dios amados hermanos es un Dios vivo que responde y actúa, pero sobre todo un Dios que protege y cuida a todos los que se cobijan dentro de su pacto. Vuelvo a insistir, una vez que todas nuestras relaciones son comprendidas dentro del pacto de Dios entonces viviremos en conformidad y trataremos de que estas relaciones expresen nuestra fidelidad, ya que el Dios que tenemos está constantemente a la expectativa de nuestra labor. 

Pero lo siguiente que dice Agar es una pregunta “¿No he visto también aquí al que me ve?” Esta pregunta expresa asombro. Pero un asombro de alguien que no está acostumbrado a caminar dentro del pacto. Cuando a Abram se le presenta el ángel de Jehová, él responde como con un amigo, con familiaridad. Pero Agar responde con sorpresa. Ella no está acostumbrada a la relación e Pacto que existe entre Dios y su pueblo. Es como si ella dijera, ¿yo también soy parte del pacto? Es aquí cuando ella regresa con Abram y se pone sumisa ante Sarai. Al tiempo esperado nace el bebé y le nombran Ismael, como un testimonio de que Dios oye la incredulidad de su pueblo y las acciones que traen maldición o bendición a las generaciones. 

La gran pregunta queda en pie, ¿será que Agar también forma parte del pacto? Esto se responderá con el pasar del tiempo, pero por ahora, mi invitación hacia ti que nos escuchas es a que pongas atención a esta pregunta: ¿Eres tú miembro del pacto de Dios? ¿Actúas como Abram y Sarai con incredulidad, aceptando los criterios de este mundo para tu actuar, en lugar de aceptar los criterios de Dios? ¿Actúas como Agar, rebelde e indómita, que quiere imponer su propia regla de vida, lejos del pacto de Dios? Hoy te recuerdo, y te exhorto, Regresa al Pacto, recuerda las promesas, y vive según ellas. Toda tu vida y todo tu ser deben estar completamente dispuestos a reflejar la buena voluntad del Señor. Descansa en su obra, no descanses en tu fuerza. 

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