Ir al contenido principal

UNA IGLESIA QUE SE COMPROMETE CON LA PALABRA

Josué 1:1-9

Comúnmente esta sección se utiliza como un medio para fortalecer a los llamados “líderes”, también para animar a los jóvenes a trabajar, pensando que Josué era un jovencito pero en realidad Josué tenía de 70 a 80 años al momento en que estas palabras le son dichas por el Señor. Moisés había muerto, el pueblo necesitaba cruzar el Jordán para tomar la tierra que el Señor les había prometido, por ello fue necesario que se levantara un nuevo líder, este era Josué. Él tenía una labor, repartir al Pueblo de Israel la tierra que Dios les entregaría en sus manos. Ahora era el tiempo de pasar el Jordán, pero antes debía quedar completamente clara la manera en que Josué debía cumplir con esta labor. Por ello hoy, en relación con el sermón del domingo pasado, veremos que somos una Iglesia que se compromete con la Palabra de Dios. 

1. Realizando nuestra tarea con valor

Dios le había hecho una gran promesa al Pueblo de Israel, “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie” (Jos.1:3). De hecho el Señor tiene en mente un territorio muy específico, que describe en el versículo cuatro. El problema es que en ese territorio habitaban muchas naciones, que tenían sus ejércitos también, con años de experiencia en guerra y conflictos armados. No así el pueblo de Israel. Si la promesa era que todo lo que pisare la planta de sus pies sería de ellos, y ahí había enemigos, entonces el conflicto era inevitable. Los moradores de dichas tierras no las entregarían sin dar batalla. Los israelitas no podían simplemente llegar y pedirla amablemente, debían entrar en una guerra por la tierra prometida, y eso mis amados hermanos a cualquier ser humano le hace temblar. La guerra no produce en nosotros un deseo eufórico de sangre, produce temor, deseo de escapar, de salir del lugar del conflicto. Por ello el Señor alienta a Josué.

Jehová le dice a Josué: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni desampararé”. Qué palabras tan alentadoras para Josué. Dios le está diciendo que nadie lo podrá vencer, pero no se debe a su astucia o pericia militar, más bien se debe a que Dios estará con él, tal y como estuvo con Moisés. Durante cuarenta años Moisés había dirigido al Pueblo de Israel por el desierto, había luchado con Og Rey de Basán y contra Sehón, rey amorreo, y habían salido victoriosos. También el mismo pueblo se había rebelado varias veces, la rebelión de Coré, las murmuraciones del pueblo por la falta de alimento o agua, los muchos momentos en que el pueblo quiso regresar a Egipto, y a pesar de todo ello, Moisés no dejó de dirigir a los israelitas. ¿De dónde obtuvo la fuerza? Solamente del Señor que en medio de toda circunstancia le fortaleció para continuar a pesar de todo. 

Moisés había recibido la promesa de que el Señor estaría con él. Ahora esa misma promesa le era dada a Josué. Dios afirmaba que no lo iba a dejar ni lo iba a desamparar. Para emprender la tarea que Dios ponía sobre sus hombros, debía tener la certeza de que al realizarla contaba con el cuidado y protección divinos. Si Dios en algún momento abandonaba a Josué, cualquiera de sus batallas estaría perdida. Si lo desamparaba, el mismo pueblo lo destruiría. Porque nuestros enemigos son muchos y nosotros somos hombres débiles que necesitan la fortaleza que la presencia de Dios puede dar. Y también nuestros errores son tantos que nos descalifican para ejercer cualquier actividad en nombre del Señor, sino fuera porque Él nos fortalece, no podríamos actuar en consecuencia. 

Ahora que Josué sabe que la presencia de Dios está con él, el Señor le comunica su tarea. Le dice: “Esfuérzate y se valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.”. El esfuerzo y el valor no son una cualidad innata del varón o de la mujer. No son los hombres más valientes que las mujeres o viceversa, más bien, el esfuerzo y la valentía que son necesarias para que Josué realice su labor, provienen de la convicción de que Dios está con él. Las afirmaciones que mucha gente hace diciendo: “Ten valor” “esfuérzate y lo conseguirás” no tienen significado alguno cuando esa persona realmente carece completamente de la capacidad de tener coraje o valor para superar obstáculos o vencer a los enemigos. El Señor le está mostrando a Josué de dónde puede encontrar el valor y la fuerza, únicamente de él, quien no lo dejará ni desamparará. 

Pero ese esfuerzo y valor debe ejercerlo para la tarea que le ha sido encomendada. Esta tarea es repartir la tierra prometida al Pueblo de Dios. Lo que más me llama la atención es que Josué no recibe instrucciones sobre cómo repartir la tierra, o cuál será el criterio para realizar dicha repartición. Mucho menos el Señor le da una estrategia para conquistar la tierra. Solo le exige dos cosas: esfuerzo y valor. No será una tarea que pueda realizarse con rapidez. Tardó años en lograrse la conquista (Josué muere de 110 años). Esta labor será una que requiere esfuerzo constante para lograrse, pero también valor, ya que los enemigos no serán pocos y los obstáculos no serán sencillos. 

Esto sin embargo, no nos habla solamente de Josué, o de los pasos para el éxito en el trabajo diario que realizamos. Nos habla de Cristo, quien ha prometido siempre estar con nosotros guiándonos en medio de la batalla. En la realización de nuestro trabajo en pro del Reino de Dios, Cristo ha dicho: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”, y lo dijo justamente antes de ascender a los cielos y sentarse en su Trono. El Rey está con nosotros, él está continuamente protegiéndonos y amparándonos. Él es nuestro refugio y nuestra fuerza. El valor y la fuerza para poder levantarnos cada día y combatir en este mundo por nuestro Rey, lo obtenemos de él, quien resucitó con poder y que es llamado Emmanuel, Dios con nosotros. 

2. Dirigidos por la Palabra 

Aunque el Señor no le dio instrucciones específicas sobre cómo efectuar la conquista de la tierra prometida, o qué criterio utilizar para la repartición de la tierra, en algo fue muy enfático nuestro Señor: debes ser dirigido y dirigir por mi Palabra. En el versículo 7 Jehová le manda a Josué que se esfuerce y sea valiente para guardar y obedecer la ley de Moisés. Josué debe ser cuidadoso, el ser humano es malvado y perverso, él es un ser humano, por lo tanto puede desviarse de la ley, puede llegar a apartarse de los mandamientos del Señor. Por ello no debe confiar en sí mismo, debe poner sumo empeño en guardar los mandamientos que Dios dio a Moisés. Josué debe entender que todo su actuar debe estar regido por la Palabra de Dios. Debe comprometerse profundamente con el Pacto que el Señor ha establecido con su Pueblo. La forma de vida que él tiene debe reflejar su fidelidad a Dios. Debe vigilar que sus pasos lo lleven a glorificar a Dios en todo lo que haga. Cada acto, cada acción, cada pensamiento y cada palabra que viene de Josué deben ser un reflejo de lo que Dios ha mandado a su pueblo. 

Muchas personas pueden preguntarse ¿cómo puedo saber si esto o aquello es la voluntad de Dios? ¿Cómo puedo ajustar mi vida a la voluntad de Dios? Josué tenía esa pregunta también: ¿cómo voy a realizar la repartición de la tierra, y cómo voy a conquistar la tierra? ¿Qué pasos seguir? Aunque de hecho es muy fácil realizar cualquier acto según nuestro propio criterio, el Señor nos dice, como dijo a Josué: si vas a repartir la tierra que sea conforme a mi ley. Si vas a conquistar una tierra no te apartes de mis mandatos. No significa que en la biblia vayamos a encontrar mandatos para cada situación particular que vivamos. Sino que la Palabra de Dios, los mandatos del Señor, nos proporcionan un criterio infalible para poder actuar de acuerdo a la voluntad de Dios. 

Por ello Josué es instado a meditar de día y de noche en la ley de Dios, en los mandatos del Señor, esos mandatos que nos proporcionan una luz verdadera para vivir y desenvolvernos en este mundo. Dios le dice a Josué, que el hablar de un líder político y militar como lo iba a ser él, debía ser conforme a la ley de Dios. El pacto que el Señor había establecido con su Pueblo debía ser una constante en su vida. Y así lo vemos cuando pasan el Jordán, y el arca va delante. O cuando en Gilgal (cap. 5) efectúan la circuncisión y la pascua, símbolos inequívocos del Pacto que el Señor estableció con su Pueblo. O en el capítulo seis cuando Josué y todo el pueblo obedecen las instrucciones de Dios para tomar Jericó, y así tienen que matar a Acán y a toda su familia debido a su rebelión. Pero todo ello se realiza de acuerdo al pacto, de acuerdo al libro de la ley que Moisés había escrito para el Pueblo. Todos los actos políticos, militares y geográficos que Josué realizó fueron dirigidos por la Palabra de Dios. 

Dice la Escritura que si Josué hace las cosas conforme a la Ley de Dios, su camino será prosperado y todo le saldrá bien. En origen esto se refiere a que si Josué obedece al Señor, efectivamente conquistará a los enemigos del Pueblo de Dios. Cuando Acán tomó de Jericó las cosas que Dios había prohibido que tomaran, los israelitas fueron derrotados cuando lucharon contra Hai. La prosperidad y el bien no salieron según lo esperado y se debía a que el pueblo no había sido fiel al Pacto. Cuando realizamos nuestra labor, debemos cuidar constantemente que sera realizada según el Pacto, según los estándares divinos, no según el mundo. Y solo así seremos realmente prosperados, es decir, experimentaremos todo lo que hacemos de acuerdo a la voluntad de Dios. 

CONCLUSIÓN

Una vez más encontramos a Cristo en este lugar, Josué debía liderar al pueblo según la voluntad de Dios, y lo hizo. Como dice De GRaff: “Dios nos ha dado un líder aun más maravilloso, es decir, al Señor Jesucristo. Dios quiere que su Espíritu haga un lugar para este líder en el corazón de todos aquellos que creen. Nosotros le seguimos por toda la vida, y por eso vivimos seguros.” Cristo es el único que puede guiarnos para estar comprometidos con la Palabra de Dios. Debes leerla, meditarla y vivirla, pero la carne es débil. Sin embargo Cristo es poderoso. Cristo produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad. Toda nuestra vida debe y puede ser sometida a la voluntad de Dios, pero eso solo ocurrirá cuando nuestro corazón esté sometido a Jesucristo. Búscalo únicamente a Él, a través de su Palabra, que ha prometido ser el medio para reformar y restaurar nuestras arruinadas vidas. Cristo es el Señor, la pregunta es: ¿Es tu Señor? 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA MEJOR HISTORIA DE TODAS: EL PACTO DE DIOS CON SU PUEBLO.

Nuestro Buen Dios, desde el principio estableció un Pacto con su creación. Por su Palabra poderosa hizo que todo comenzara a existir (Gen 1, Sal.). Esa Palabra es firme hasta el día de hoy, es por esa Palabra que todo lo que existe hoy, sigue existiendo (Juan 1:1-3). Y como una contraparte en el pacto Dios creó al ser humano, varón y hembra, para que fungieran como socios de Dios en el desarrollo de la creación. Les dijo: Fructifiquen y multiplíquense, llenen la tierra y sojúzguenla, señoreen en toda la creación (Genesis 1:28). De esta forma toda la labor del ser humano está incluida dentro del pacto. Desde los actos tan íntimos como las relaciones sexuales y la procreación, pasando por las actividades como la agricultura, la pesca y la ganadería, hasta los desarrollos culturales y tecnológicos del ser humano, todos ellos están englobados en el Pacto del Señor, porque dicho Pacto es el mandato de Dios para la humanidad para que hagan todo para su gloria, prometiendo bendecirles en todo...

NUESTRA VISIÓN DE LA VIDA

  Génesis 43 Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola Una visión de vida no es meramente un propósito por el cu al vivir, una visión de vida establece nuestras prioridades, nos dice cómo interpretar todo lo que sucede a nuestro alrededor, y no solo eso, sino que nos permite vivir y actuar en este mundo. Cuando día a día vivimos de acuerdo a nuestra visión de vida estamos siendo consistentes. Pero hay ocasiones en las que, por una u otra razón, actuamos contrario a lo que decimos ser nuestra visión para vivir. Somos inconsistentes. Eso le ocurre a la gran mayoría de personas, y también a los que creen en Dios. No es extraño encontrar casos de creyentes que a veces dudan de Dios, o incluso quienes, aunque afirman que el matrimonio es para toda la vida, acaban divorciándose a los pocos años. Estamos llenos de inconsistencias, y Dios lo sabe, por eso hoy nos llevará a ver cómo unos santos hombres de la antigüedad aprendieron a vivir de acuerdo la visión de vida que el Señor les había revelad...

BET EL, CASA DE DIOS

  Génesis 28 Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola BET EL CASA DE DIOS Jacob ha salido del hogar paterno, sin criados, sin camellos, sin ninguna clase de protección, ha sido enviado a buscar esposa a la tierra de sus parientes, Harán. Su salida apresurada y sin ninguna provisión demuestra que en su padre aún había cierto enojo. Cuando Abraham envió a buscar esposa para Isaac lo hizo con una grande provisión, pero en el caso de Jacob, Isaac no siguió el mismo ejemplo de su padre. Lo envió vacío, sin nada. Esaú, su hermano mayor, planeaba matarlo, apenas Isaac muriera, vengándose de todas las cosas terribles que le había hecho. La única persona que parecía preocuparse por él, era su madre, quien habría de esperar el resto de su vida por volver a verlo, sin conseguirlo. Parecía que Dios también lo había abandonado, ahora que era expulsado de la tierra de sus padres, a un lugar lejano, porque aunque su padre le había dado la bendición, Jehová no se le había aparecido para confirmar su p...