TEXTO LEMA: HECHOS 4:33
“Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y abundante gracia era sobre todos ellos.”
INTRODUCCIÓN
El domingo pasado (14/01/2018) se explicó, basado en la Palabra de Dios, el objetivo principal de nuestra Iglesia. Hoy estaremos estudiando el Texto que nos identificará como Iglesia Nacional Presbiteriana “Resurrección”. Un texto que habla fuertemente de nuestro compromiso vívido y palpable con nuestro Rey Jesucristo y su mensaje. Un texto que nos recuerda con fuerza que nuestro mensaje no debe estar desligado de nuestro actuar diario. En cambio, la proclamación de la “Resurrección de Jesús” no solo se hace real en un futuro distante en el que todos resucitaremos, más bien se hace visible hoy, por medio de una comunidad renovada y transformada para la Gloria de Dios por el mensaje central de la resurrección de Jesús.
Veamos la historia que nos es descrita por Lucas en su libro Hechos. Los apóstoles, Juan y Pedro han sido liberados después de haber sido azotados por el concilio. Ellos regresan con los discípulos, sus hermanos, y les contaron lo que había sucedido y lo que los sacerdotes les habían dicho. La respuesta de la Iglesia fue Orar pidiendo al Señor mayor fervor y pasión para proclamar su Palabra con Poder. Esta fue su oración (Hechos 4:24-30):
Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay; que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, Y los príncipes se juntaron en uno Contra el Señor, y contra su Cristo. Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
Cuando escuchamos esta oración, pidiendo que Dios se manifieste en medio de su Pueblo y que conceda que su Palabra sea hablada con valor, energía y decisión, comprendemos la respuesta que el Señor envió: Su Espíritu Santo, él es quien fortalecerá al Pueblo para que hablen con valor la poderosa Palabra de Dios: Que Jesucristo es Rey.
Pero el Espíritu, al infundir su ánimo y motivación en los Apóstoles y en todos los discípulos, está formando una nueva comunidad que a través de diversos medios, se convierte en una fortaleza para los creyentes. La Iglesia de aquél tiempo no era una que dependiera del Templo o de los donativos provenientes de Judíos o Gentiles. El Espíritu impulsó a esta comunidad a crecer y apoyarse mutuamente. Para que, en su hermandad, encuentren el apoyo que tanto necesitan. Una comunidad fortalecida y empoderada por el Espíritu, eso es la Iglesia.
1. EL PODER DADO A LOS APÓSTOLES
Cuando estudiamos el libro de Hechos, los años pasados (2016-2017) estuvimos conscientes de la presencia constante del Espíritu Santo en medio de su Iglesia. Y comentamos que poder significa “capacidad”. Es decir “recibiréis poder” quiere decir “recibiréis la capacidad”. La capacidad ¿de qué? Como dijo Jesús: “y me seréis testigos”. LA capacidad de ser testigos de nuestro Señor. En el contexto de Hechos 4 hemos visto que el Apóstol Pedro y Juan, junto con la Iglesia han pedido valor para seguir predicando la Palabra. Al hacer esto el Espíritu es quien les fortalece en el versículo 31. Pero dicho fortalecimiento lo viven hablando con valor la Palabra de Dios.
Estos hombres y mujeres, los discípulos, han recibido del Señor el Poder, la capacidad de crear algo nuevo. Algo completamente nuevo: Una comunidad. Esto, a simple vista parece imposible, y sin embargo, así sucede. El poder, que mucho se ha promovido en Iglesias tipo carismáticas, es aquél de grandes milagros y muchas sanidades producto del obrar misterioso del Espíritu. Sin embargo, el Poder del que hablan las Escrituras se ha manifestado por medio del surgimiento de una comunidad que crea lazos fuertes y que protege a los suyos. Por eso, el poder de la comunidad cristiana, no estaba en los milagros o en las muy diversas sanidades, las lenguas o los diferentes dones otorgados a ellos. Estaba en el surgimiento de una comunidad que encarna el Reino de Dios en medio del mundo.
Esta comunidad, era la de hombres, mujeres y niños, unidos por el vínculo del Mensaje y Verdad que proclamaban, donde no decían ser suyo nada de lo que poseía, sino que todo lo tenían en común. Esto es maravilloso puesto que esta nueva comunidad se estaba auto-sustentando. El Espíritu impulsaba a todos los que pertenecían a ella a entregarse a su prójimo. Cuando esta comunidad vio la necesidad que tenía al interior, de fortalecer a sus hermanos en necesidad, no dudó en apoyarles compartiendo su sustento y lo que habían “ganado” por su trabajo diario. Cristo, les había enseñado esto: “Más bienaventurado es dar que recibir”. Y “al que te pida, dale”. Nunca se había visto una comunidad tan unida en la tierra. Los cristianos del primer siglo se convirtieron en el primer y más grande ejemplo de una nueva sociedad. Por eso, al ver a la Iglesia del primer siglo, cometemos un error si la queremos equiparar con nuestro sistema eclesiástico actual. Porque ella no era una institución eclesiástica, era una nueva sociedad. Con su propio sistema económico (que nada tiene que ver con el comunismo). Su propio tipo de gobierno. Con su propia vida social. Y su propia educación. En fin, todo un nuevo comienzo con nuevos modelos para cada aspecto de la vida. Y todo ello debido a su mensaje.
2. EL MENSAJE DE LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Dice nuestro texto lema: “Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús.” Es notorio ¿no lo crees? Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús. ¿Por qué de la resurrección? ¿Por qué no de su nacimiento o del sermón del monte? Porque la muerte y la resurrección de Jesús tiene un significado central para el cristiano. La resurrección de Jesús, históricamente fiable y real, es el fundamento de la Iglesia de Cristo. De igual forma, es el fundamento de nuestra Iglesia “Resurrección”. Desgraciadamente hemos predicado un evangelio a medias, hablamos de la muerte y el sacrificio de Cristo, sin embargo dejamos a un lado la resurrección de Jesús. Pareciera que en nuestro tiempo, y en las iglesias cristianas, ha surgido cierta incredulidad hacia la resurrección de Jesús.
Acuso a los cristianos de este siglo XXI de no predicar suficientemente fuerte y constante la resurrección de Jesús. Acuso a la Iglesia “Resurrección” de no proclamar con suficiente fuerza y valor la Resurrección de Jesús. Déjeme decirlo firmemente: Jesús volvió a vivir después de tres días de muerto. Ese es nuestro mensaje. Esa es nuestra fuerza. Ya no hay nada que impida o limite nuestra capacidad de dar testimonio.
Jesús ha resucitado. Y como tal, este mensaje se ha convertido en el centro y motivación del cristianismo. Si la Iglesia fuera un coche, la resurrección de Cristo sería el motor. Si la Iglesia fuera un velero, la Resurrección sería el viento que impulsa las velas y así a todo el barco. Si la Iglesia fuera un árbol, la Resurrección sería aquello que nutre la raíz. La resurrección es lo que mueve, impulsa y da vida a la Iglesia de Cristo.
Ahora, pensemos un poco más. La resurrección es volver a la vida, es tener vida nueva en lo que antes estaba muerto. Literalmente la palabra resurrección en griego (anastaseos) quiere decir: volver a levantar el cuerpo. Aquello que estaba muerto, sin vida, sin movimiento, sin impulso, ahora es levantado una vez más. Es vivificado, le es dada nueva vida, movimiento, impulso. Cuando los apóstoles proclaman la resurrección del Señor, no solo están hablando del hecho indiscutible de la resurrección, también están hablando del nuevo comienzo, de la nueva vida para la sociedad.
Es la resurrección la que le da a la cultura humana nueva vida. Lo que existía en el judaísmo y en la roma antigua como un sistema económico corrupto, ahora la resurrección impulsa una nueva vida económica (Hechos 4: 32). En lo que existía entre los gentiles y griegos como las fiestas y baños públicos llenos de corrupción e inmoralidad (es decir una vida social corrupta y muerta) la resurrección impulsa una nueva vida en la convivencia social (Hech. 2:46). En lo que en la sociedad impía existía como gobierno (sumos sacerdotes y procuradores romanos que gobernaban a través del temor) la resurrección le da nueva vida a través del establecimiento de Ancianos en la Sociedad Cristiana de esa época. Lo que el mundo entendía como ciencia (la Filosofía de Atenas) la resurrección le impulsa con nueva vida al darles los principios de una Filosofía Cristiana (Hech. 17: 16-34).
La proclamación de la Resurrección tiene gran poder, el Poder de dar nueva vida. La proclamación de la Resurrección de Jesús es lo que necesita esta sociedad que está muriendo en sus muy diferentes estructuras sociales. La seguridad en nuestra ciudad, necesita la resurrección para que los policías no teman ya más a la muerte sino a Aquél que es Señor de vivos y muertos. La Economía en nuestra ciudad necesita la Resurrección para que por medio de nuevos esquemas propicie el compartir del que hablaba nuestro Señor. La Familia en nuestra ciudad necesita la resurrección para que las violaciones de niños y demás ultrajes ya no tengan lugar a la luz de una nueva vida. La Educación en nuestra ciudad necesita de la Resurrección para que tanto maestros como alumnos amen e impulsen el saber a la luz de su Rey dejando la pereza que tanto caracteriza a nuestra ciudad.
3. LA GRACIA, EL FAVOR DE DIOS Y DEL PUEBLO SOBRE ELLOS. (TEXTO PARALELO HECH. 2:47)
Dios le da su Favor a la Iglesia cuando esta proclama la verdad de nuestro Señor Jesucristo, la verdad de su resurrección. El Favor de Dios se manifiesta en el crecimiento y en el fortalecimiento de la nueva sociedad cristiana. Pero no solo eso, también se manifestó con el favor del pueblo, de la gente que estaba recibiendo la proclamación de la Resurrección de Jesús.
La proclamación de la resurrección y la conducente forma de vida que surge de ella (una nueva vida económica, una nueva vida social, una nueva vida política y familiar), no hacen otra cosa más que traer el Shalom (Paz) tan anhelado al mundo. Cuando nuestros Policías dejen de temer a la muerte, combatirán el crimen con fe y valor. Cuando el empresario aprenda que su principal razón de ser no es el dinero, sino tener lo suficiente para compartir con aquél que no tiene (Ef. 4:28) habrá paz entre el trabajador y el patrón, e incluso para los sectores más vulnerables de nuestra ciudad. Cuando las familias y especialmente los padres, reciban nueva vida, los niños y niñas de nuestra Ciudad crecerán seguros incluso en sus propios hogares. Y cuando los maestros y alumnos de esta ciudad dejen de ser condescendientes e impulsen con pasión la búsqueda del conocimiento en servicio al Rey, la pereza que caracteriza a nuestra ciudad acabará. Esto, mis amados no trae otra cosa que beneficios para nuestra sociedad, y con ello el Favor, el favor de Dios y del Pueblo.
CONCLUSIÓN
Nuestra Iglesia se llama “Resurrección”. Sin embargo, hemos incurrido en el mismo pecado de todas las Iglesias en Cd. Valles y todo México: No hemos dado testimonio con poder de la resurrección del Señor Jesús. Es necesario que hoy, los hombres y mujeres de esta Iglesia se levanten y proclamen la verdad de que Jesucristo ha resucitado y que dicha resurrección abre nuevas posibilidades para el quehacer del hombre Hoy. Es necesario que cada cristiano creyente en la Resurrección, proclame con sus labios y viva con sus actos la mismísima resurrección del Señor. Quiera el Señor concedernos que como los Apóstoles, prediquemos con valor y pasión la resurrección del Señor y así presentemos a esta Ciudad una nueva forma de vida, familiar, económica, social, política, educativa, etc. Eres de la Comunidad del Poder. ¡Cristo ha resucitado! ¿Qué esperas? ¡Ve y dilo a toda la Ciudad!
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