Génesis 6:1-4
Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola.
Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.
INTRODUCCIÓN
En Génesis 3:15 el Señor establece una enemistad, deshaciendo la alianza que el hombre había hecho con Satanás. No solo eso, sino que también estableció una enemistad entre los mismos seres humanos, dijo que los hijos de la mujer y los hijos de la serpiente debían permanecer enemistados. Ante Dios, solo había dos tipos de humanidad, aquella que honra y sirve al Creador en fidelidad a su Pacto en la espera de aquél que destruiría el poder de la serpiente, o aquella humanidad que no honra ni sirve al Creador y se encuentra en rebelión a su Pacto, del lado de la serpiente. Durante el capítulo cuatro y el capítulo cinco vimos a estas dos culturas humanas desarrollarse, cada una en respuesta al Pacto de Dios. La cultura de Caín, descrita en el capítulo cuatro, desarrolló la cultura en abierta oposición y lejos de la “presencia de Dios”, lo que llevó en última instancia al surgimiento del machismo, el asesinato, y las ciencias centradas en el hombre. Pero la cultura de Set, descrita en el capítulo cinco, desarrolló la cultura en servicio fiel ante el rostro de Dios, lo que llevó en última instancia al surgimiento de la adoración cúltica al Dios verdadero, la espera del prometido, y el desarrollo del mundo a la luz de dicha promesa. Las dos líneas, la de los hijos de los hombres y la de los hijos de Dios habían permanecido separadas hasta ahora. Sin embargo, ocurre lo impensable, y se da lo que conocemos como “La alianza de los caídos”.
1. ROMPIMIENTO DE LA ANTITESIS
Cuando empezamos a leer el versículo uno todo parece ir viento en popa, la cultura avanza y se desarrolla, el hombre está cumpliendo el mandato de multiplicarse sobre la tierra y señorear (Gen. 1:28), pareciera que el hombre está siendo fiel al Pacto del Señor y a su consecuente promesa de que vendría uno que destruiría el poder de la serpiente. Sin embargo la realidad se presenta ante nosotros cuando se nos dice que “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”.
En este caso hay mucha división al respecto, este texto se ha entendido de tres maneras principalmente. La primera se refiere a que eran ángeles del cielo que vieron mujeres hermosas y decidieron tener relaciones sexuales con ellas. La segunda es que eran gobernantes que abusando de su poder, tomaron mujeres cuantas quisieron. Y la tercera es que las frases “hijos de Dios” e “hijos de los hombres” se refieren a un término direccional antes que estructural. Es decir, los hijos de Dios son humanos que aman y honran a Dios en fidelidad a su Pacto, mientras que los hijos de los hombres son humanos que se rebelan contra Dios. Cada una de estas posiciones tiene fuertes evidencias bíblicas especialmente en cuanto al uso del término “hijos de Dios”, pero me parece que la más sensata y acorde con el espíritu de la narración de Génesis es la tercera. Los hijos de Dios y los hijos de los hombres se refieren a dos tipos de seres humanos, unos que aman a Dios y otros que no aman al Señor. Me inclino a pensar que estos “hijos de Dios” son seres humanos por las siguientes razones: 1. El versículo 3 afirma que el castigo se dirige a los hombres que son “carne” en contraposición a Dios que es “espíritu”. 2. Los “gigantes” no son producto de esta relación sexual, sino que ya existían antes de dicha relación, por tanto no agrega nada sobrenatural. 3. En los versículos 5-7 todo el castigo va contra los hombres creados por Dios y corrompidos por el pecado, sería insensato creer que los “hijos de Dios” no se encuentran incluidos en dicho castigo. (Respecto a las referencias bíblicas externas a Génesis podemos abordarlas en otro lugar y momento).
Así es mis hermanos, los hijos de Dios eran la línea de Set, aquella que fue la primera en invocar el nombre de Dios. Aquella de quienes se dice que uno de ese linaje llegó a ser llevado por Dios. Aquella generación que permanecía a la expectativa de la venida del hijo de la mujer. Ellos, los fieles, los que amaban a Dios. Ellos, los que adoraban a Dios y esperaban en su promesa. A quienes había sido dicho que siempre habría enemistad entre los hijos de la serpiente y los hijos de Dios, ellos mismos se rebelaron. Quebrantaron la antítesis. ¿Qué es la antítesis? Es la separación que debe haber entre los hijos de Dios y los hijos de los hombres. Esta separación no es un invento de los pastores o teólogos, sino que es una doctrina que corre a lo largo de las Sagradas Escrituras. Comenzó en Génesis 3:15, continúa en la vida de los patriarcas cuando ellos se casaban únicamente con los que amaban al Señor (Génesis 24:3), sigue con la Ley de Moisés (Deut. 7: 2-4), los profetas (Esdras 9:1-3). Y en el Nuevo Testamento se expresa muy claramente también en las palabras del apóstol Pablo: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.” (2 Cor. 6:14-18). Así que no es lícito para un cristiano o una cristiana, un hombre o mujer que ama a Dios, tener novio o novia que no sea creyente, tener esposo o esposa que no sea creyente. El juicio de Dios cae sobre su pueblo, y sobre el mundo entero cuando no retenemos la antítesis.
El gran problema es que el rompimiento de la antítesis nos hace aliados de los enemigos de Dios. Cuando la antítesis no se guarda en el matrimonio, la base fundamental para la convivencia social, todos los aspectos de la vida se ven afectados. Es decir, este principio de la Antítesis debe guardarse no solo en el matrimonio, también en la vida social, académica, laboral, política, económica. Es necesario que el creyente en Cristo busque conformarse a la medida del varón perfecto no solamente en el matrimonio, también en las diferentes áreas de la vida. Y esto lo logrará únicamente cuando se deshaga y combata las cosmovisiones que van en contra de la Palabra de Dios. Es necesario que el cristiano se involucre en una reforma constante de la vida diaria, al levantar escuelas y universidades cristianas donde se enseñe desde una perspectiva cristiana y bíblica. Es necesario que el cristiano se involucre en la reforma de la vida al instaurar partidos políticos, empresas, sindicatos, cristianos que honren y glorifiquen a Dios en su teoría y práctica específica.
2. ENEMISTAD CON DIOS
Cuando el cristiano rompe la antítesis y se une en yugo desigual, en noviazgo, matrimonio, política, academia, etc., se vuelve en un hombre o mujer que es amigo del mundo. Stgo. 4:4: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”
Así le sucedió a la humanidad cuando el Señor vio lo que estaba sucediendo. Jehová (nombre que nos recuerda el pacto de redención, de Gén. 3:15) dijo: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.” Este verso nos dice dos cosas muy importantes, la primera: Ahora que los hijos de Dios se habían aliado a los hijos de los hombres, quebrantando así la antítesis, y poniéndose del lado de Satanás en la lucha cósmica, Dios se vuelve su enemigo también. Ahora parece que toda la humanidad se ha aliado a Satanás en oposición contra Dios. Toda la humanidad ahora está en oposición contra Dios, por ello Dios habla de “contender”. Palabra hebrea que significa juzgar, pero también luchar. Lo que nos dice es que el Señor ni siquiera se va a molestar por luchar contra el ser humano. No es digno de la grandeza que le es propia al Señor, el hombre se ha corrompido totalmente y no hay nada que el Señor vaya a hacer para restaurar dicha perversa humanidad.
En segundo lugar este versículo nos dice que el hombre es carne mientras que Dios es espíritu. No hay posibilidad de que el hombre gane al Señor, no debido al carácter inmaterial de Dios, sino debido a su grandeza y sumo poder. El hombre, por más que se oponga al Señor, no dejará de ser un mortal que yerra su camino y pierde constantemente el rumbo. El hombre de Dios, una vez que ha roto la antítesis, se coloca a sí mismo en una posición de desventaja, porque deja ver su propia necedad, maldad y debilidad. Por mas grande que sea la rebelión, por más diseminado que esté el mal en la sociedad y por más poderosos que se muestren los hombres lejos de Dios, siguen siendo “pobres, miserables, ciegos y desnudos”. No hay forma de escapar a la grandeza de nuestro Dios, aunque te alíes con sus enemigos.
El Señor decreta por tanto, que de ese día en 120 años todos serán raídos de la faz de la tierra. La sentencia ha sido comunicada. El litigio, la contienda ha acabado, Dios el supremo juez ha declarado al hombre culpable y en 120 años será destruido.
3. LA ALIANZA CONTRA DIOS
Los nefilim, gigantes traducido comúnmente. Pero también es una palabra que quiere decir: “los caídos” y no, no se refiere a los ángeles o a los hijos de la relación entre mujeres y ángeles, ya hemos establecido que este texto nos refiere su existencia aún antes de que las los hijos de Dios se llegaran a las hijas de los hombres. Por lo mismo se vuelve necesario dejr claro que anteriormente estos gigantes poderosos se daban únicamente entre los hijos de los hombres. Pero una vez que los hijos de Dios se unen a las hijas de los hombres, también surgen de esta unión. No era de extrañar que estos personajes caracterizados por el orgullo, la violencia yla maldad, surgieran en la línea de Caín, cual hijos de Lamec. Pero su surgimiento entre los “hijos de Dios” es una muestra de que la corrupción había también tocado el “santuario de Dios”.
Estos hombres “caídos” (nefilim) eran los “varones de renombre”. Pero no se refiere a que tenían grandes y buenas obras, sino a que sus grandes obras eran perversas, caracterizadas por la violencia y el mal. Sí, en un ensoberbecimiento el ser humano veía a su prójimo hacia abajo. El hombre comenzó a afrentar la imagen de Dios que había en el ser humano, y empezó a crearse su propia fama, una llena de perdición y maldad.
En nuestra sociedad cada día es más notorio que el hombre se está corrompiendo, que la separación que existía entre los hijos de Dios y los hijos de los hombres ya no se ha guardado. Y que la maldad se ha extendido entre nosotros también. Entre los muchos ejemplos, se encuentra la violencia que existe en nuestro País, las injusticias que se cometen día a día entre los hombres y las violaciones contra las mujeres. Nuestra cultura está cayendo presa del feminismo, la ideología de género y de los embates ideológicos anti-cristianos, y nosotros nos estamos uniendo a ellos en sus luchas contra el Gobierno de Dios.
CONCLUSIÓN.
¿Cuál es nuestra labor hoy? En primer lugar, recordar la promesa: Cristo Jesús aplastará la cabeza de la serpiente. Él es el Rey de Reyes y Señor de Señores, y demanda de su Pueblo que permanezca fiel a Él hasta el final “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de vida” () A Cristo Jesús le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra y nos manda a ir y hacer discípulos en todas las naciones. Cristo ha sido coronado en el cielo y en la tierra, y viene a Reinar sobre su pueblo. Cristo ha atado a Satanás, y nos impulsa a construir y desarrollar su mundo para su Gloria. “No debemos separarnos del mundo, excepto con el propósito de conquistarlo para Cristo. Cristo debe gobernar en la ciencia. Cristo debe gobernar en el arte. Cristo debe gobernar en la política. Cristo debe gobernar en la filosofía. Cristo debe gobernar en todas partes.” (Cornelius Van Til) “El enemigo no está reconciliado. Él ha sido, y está siendo, derrotado y rechazado” (Johan Mekkes).
Directo, claro, contundente y motivador.
ResponderBorrarUn comentario: la última frase del segundo párrafo de la sección 2. Opino que requiere clarificar que "la restauración de la humanidad no se dio,desde luego en esa generación, pero la absolutización del concepto (gramaticalmente) implica la posibilidad de que no exista restauración posible para la hhumanidad,lo cual sería una contradicción para la conclusión. La segunda persona de la Trinidad surge como esperanza necesaria en ese punto crítico: "...y no hay nada que El Señor vaya a hacer para restaurar dicha perversa humanidad ..."
Bendiciones. El Señor siga dando fruto abundante mediante el ministerio que te ha encomendado.
Hermano muchas gracias por su comentario y observación. Es de mucha ayuda. Veré la mejor forma de expresarlo.
Borrar