Génesis 6:5-8
Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová.
Al hablar de estos versículos debemos recordar que el la separación que Dios había establecido entre la humanidad era para preservar el linaje santo, y el hijo de la mujer llegara a redimirnos (Gén. 3:15). Esta providencia de nuestro Dios fue también para que la influencia corrosiva y perversa del pecado no se propagara tan rápido. De ahí que cuando el hombre quebranta la antítesis y empieza a quitar los límites impuestos por el Creador, todo se corrompe en las manos del ser humano, ya no hay una generación de hijos de Dios que restrinja el pecado, las estructuras sociales como el Estado, la familia y el matrimonio, en lugar de ser alicientes en medio de una generación perversa, se unen a ellos en su desenfreno. Ya no hay dos culturas, sino sólo una cultura que se opone a Dios. Al venir al encuentro de Jehová, esta cultura es pesada por el Señor que declara su juicio sobre ella.
1. Toda la cultura está corrompida.
El versículo 5 comienza diciéndonos que el Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra. Quiero señalar dos cosas. En primer lugar el “ver” de Dios. Esto definitivamente hace referencia a todas las veces que hasta ahora se ha mencionado que Dios ve, pero sobre todo me hace recordar aquella sección del capítulo 2 dónde el Señor trae a Adán todos los animales porque quería “ver” cómo les llamaría. Aún continúa el interés de Dios por su creación y por el desarrollo que hace el hombre, aún en una cultura caída. El Señor ve con interés y detenidamente el actuar del ser humano. Su juicio no viene producto de un sentimentalismo visceral, más bien el Señor se ha detenido en examinar las obras del ser humano. De ahí que, en segundo lugar, esta frase “la maldad de los hombres era mucha en la tierra” hace referencia a los actos concretos del ser humano que se ha vuelto en contra del Señor. Su maldad es mucha en la tierra. Es decir los actos concretos que realiza el ser humano, desde el comer y beber hasta las obras de arte y los edificios todos ellos son calificados como “maldad”. Esta palabra hebrea es Ra´ y significa “mal, maldad; desgracia, calamidad; daño, pero también, malo y perverso”. En este punto la palabra maldad implica que las acciones de los hombres acaban por ser una desgracia, una calamidad, una plaga que corrompe y destruye la buena creación de Dios.
Al considerar el actuar del ser humano, el Señor no solo se quedó viendo el exterior, fue más profundo, a la mera raíz de todo lo que hacemos y pensamos. Ahí donde el hombre toma las decisiones más importantes de su vida, y a partir de lo que él construye toda su existencia: su corazón. Aquí es el primer lugar en donde aparece esta palabra, y su significado no dejará de asombrarnos. Proverbios 4:23 nos dice que “del corazón mana la vida” y no debemos entenderlo en sentido biológico sino que toda la vida es dirigida por el corazón. Y proverbios 23:7 nos dice que “porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” entendiendo por esto que nuestros más profundos compromisos son los que realmente nos definen. Así el corazón debe ser entendido como la unidad religiosa donde se concentran todos los pensamientos, palabras, acciones y esfuerzos del ser humano, y ese corazón es el que está bajo el escrutinio de Jehová. ¿Cómo califica el Señor al corazón del hombre caído? “Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. Mi hermano y amigo, el corazón del ser humano es catalogado por Jehová como inclinado en sus pensamientos y en sus decisiones al mal.
Toda labor humana, desde su mero comienzo, en la concepción misma de una idea, o en la imaginación que muchas veces le damos demasiada libertad, se dirige y está motivada por el mal. El pecado está grabado en nuestro corazón (Jer. 17:1). La idea más noble que el hombre pueda concebir está incitada y motivada por el mal. Desde el dar un vaso de agua hasta sacrificarte dando la vida por otro, en el contexto de Génesis seis es catalogado como malo. ¿Por qué? Es debido a que el corazón del hombre, en sus motivaciones más profundas, ha rechazado el camino del Señor, dejando de esperar la promesa de un Salvador que destruiría el poder de la Serpiente. Cuando la promesa del Señor no haya cabida en nuestro corazón, todas nuestras acciones, hasta las más pequeñas, se vuelven un grito de guerra contra Dios y una rebelión contra su santa voluntad.
Quizá tu creas que eres un cristiano, tendrás, 10, 30, 50, hasta 70 años en el evangelio, pero permíteme recordarte que “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jer. 17:9-10). Tu seguridad puede ser una falsa seguridad, tu confianza, puede ser en realidad una autoconfianza, y lo que crees ser la fe salvadora, puede ser solamente un asentimiento intelectual de las doctrinas de la Biblia. Tu corazón es engañoso, no confíes en él, examínalo, y ponlo ante el Señor para que Él juzgue tu corazón, y comience el cambio real que tanto necesitas. ¡Arrepiéntete o perecerás!
2. Toda la cultura está bajo juicio
El versículo 6 nos presenta también el corazón de Dios. Pareciera que en realidad tanto el corazón del hombre como el corazón de Dios son puestos uno frente al otro. “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.” El arrepentir de Dios no se refiere a que Él hubiera hecho algo malo, más bien se refiere al tipo de arrepentimiento o dolor al ver que las cosas no son como deberían ser. El corazón y el consecuente actuar humano debían reflejar la imagen de Dios. El Jehová buscó su reflejo en el hombre y no lo encontró. Él había hecho al hombre en su imagen, para dominar, señorear y dirigir el desarrollo de la creación para la Gloria de Dios, sin embargo, al irse pervirtiendo, la imagen cada vez se fue desvirtuando y degradando. De tal forma que el Señor, una vez que ve el corazón y el obrar del hombre, se duele de lo que ve. El pesar, el dolor es tanto porque Jehová sabe que la paga de tal pecado es la muerte y no puede dejar de realizar el juicio que corresponde. A Jehová no le agrada castigar, no es algo que haga con gusto. Mientras el corazón del hombre está lleno de maldad y se dirige solamente al mal, el corazón de Jehová está lleno de ternura y dolor al ver la miserable situación en la que ha caído el ser humano.
Por ello Él declara la sentencia: “Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho”. La palabra hebrea para “raer” es “majáh” y quiere decir “Borrar, cancelar; lavar, fregar; raspar, rayar” (Sch). Que en definitiva tiene una connotación muy violenta, para quitar la suciedad es necesario a veces hasta raspar violentamente. La corrupción del hombre ha brotado desde el corazón del hombre hasta llenar toda la tierra. En lugar de que la gloria de Jehová cubriera la tierra, era la maldad del ser humano la que estaba cubriendo todo lo que existe. La marca de la maldad estaba en todo lo que el hombre tocaba, por tanto el pecado en la creación entera debía ser borrado, cancelado, fregado y raspado para obtener la pureza que el Señor anhela.
Así encontramos que no solo el hombre sería raído, también las bestias, los reptiles y las aves del cielo. Todo lo que respira habría de temer a Jehová. ¿Por qué los animales? Podrías pensar que son inocentes, y es verdad. Pero lo que debes entender es que toda la creación fue puesta bajo los pies del ser humano. Como imagen de Dios se nos dijo “sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos y en todas la bestias” Gen. 1:27. “Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies” Sal. 8:6. Esto implica que toda la creación tiene al ser humano por su cabeza, es decir como el que debiera dirigir todo el mundo en servicio del Señor. Pero no fue así. El hombre se rebeló, poniéndose a sí mismo como dios en lugar de honrar al Creador. Y empezó a utilizar la creación que es buena en gran manera, como un medio para reafirmar su deseo de autonomía y rebelión. Los hombres caídos no deben estar como cabeza de la creación, los caídos son usurpadores que contaminan todo lo que tocan usándolo para sus perversos fines. Por ello el hombre y toda su cultura se encuentran bajo el juicio y la maldición divina: Serán raídos.
3. Toda la cultura será redimida (Un nuevo comienzo para la cultura: La gracia)
Las partes más interesantes de la Biblia muchas veces están precedidas por una simple palabra “pero”. Esta palabra nunca se oye tan bella y armoniosa, más que cuando Dios la dice. Porque cuando Jehová dice “pero” es porque viene algo bueno. El Señor nunca permite que nos hundamos en la desesperanza. No nos deja caer en la desesperación, aún cuando su juicio es recto y no tardará. Porque él, en la ira, se acuerda de la misericordia (Hab. 3:2). ¿Cuál es la contraposición de la Ira? Ella es lo que merecemos, la ira desatada del Señor. Pero lo opuesto a ello es la Gracia. Se nos dice de Noé que él halló gracia a los ojos del Señor. Básicamente quiere decir que Dios vio algo en Noé que le agradó. En el “ver” de Dios del que hablábamos al principio, encontró a uno que tenía su favor, a quien le tomó cariño, a quien apreciaba y estimaba. ¿Pero por qué? En el futuro de Noé, veremos que se emborrachó al salir del Arca, así que no era realmente una persona perfecta en el sentido moral de la palabra. Más bien, ese favor, esa gracia le fue otorgada a Noé, debido a que Jehová vio al Señor Jesucristo en él. “En ese único hombre Dios vio evidencias del Espíritu del Señor Jesucristo. Por amor a Cristo, el Señor todavía se sentía ligado a la humanidad y al mundo a través de ese hombre” (De Graff).
La promesa se estaba haciendo presente. La simiente de la mujer seguía ahí. Dios se aferraba a su creación, viendo en Noé a aquél que vendría y salvaría al mundo de nuestros pecados. A aquél que por fin, a través del lavamiento de su sangre, limpiaría toda la maldad que hay en nosotros. En él, vió a Aquél que en un madero sería crucificado y moriría en nuestro lugar. En él, vio al Hijo de la mujer que aplastaba la cabeza de la serpiente. Y vio, al que por su poderosa gracia habría de resucitar de entre los muertos. Cristo Jesús, el que habría de venir. Cristo Jesús, el misterio oculto a lo largo de las edades. Cristo Jesús el Salvador de todos los hombres. Sí, Noé salvó a toda la humanidad y la creación entera de la destrucción, pero no por él mismo, sino por el Espíritu de Cristo que moraba en él.
CONCLUSIÓN
La maravillosa Gracia de Dios. Ella nos es otorgada a pesar de nosotros. Ella nos es otorgada por la virtud de Jesucristo y de su glorioso Espíritu. Nosotros somos salvos por ser hallados en Él, tu esperanza y mi esperanza está únicamente en lo que Él ha hecho y logró a nuestro favor. Cuando creemos en Jesucristo abandonamos toda esperanza en cualquier otro dios y colocamos en el centro de todo nuestro quehacer la Gloria de nuestro Rey. No es algo que nosotros consigamos por nuestras actividades o muchos deseos, más bien, es la obra poderosa de nuestro Dios en nosotros. Así, hallamos gracia delante del Señor y con ello todas nuestras obras son hechas para su Gloria y honor. ¿Has hallado gracia ante el Señor?
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