Génesis 6:9-22
El versículo 8 nos decía que Noé halló gracia ante los ojos de Dios. Pero, ¿quién es este Noé? Sabemos que es hijo de Lamec, nieto de Matusalén, pero no se nos dice mucho sobre él, su personalidad, en realidad, incluso, no se si lo habías notado, pero Noé no habla en toda la narración del diluvio. Esto es debido a que el actor principal de esta historia y de toda la Escritura, es Dios y su fidelidad al Pacto. Hoy conoceremos un poco más a Noé, sí, pero sobre todo nos enteraremos de cuán fiel es nuestro Dios y cómo el permanece fiel al Pacto que estableció en la antigüedad. Veremos cómo era la generación en la que vivió Noé, después veremos el anuncio de la salvación y por último veremos cómo el Señor rescata no solo a Noé, sino a toda la creación con Él.
1. LA GENERACIÓN DE NOÉ
Al leer el verso 9 puedes notar que la palabra “generaciones” se repite. Pero en el hebreo ambas palabras son diferentes. La primera es Toledot que quiere decir “genealogía” y la segunda es Dor que quiere decir “contemporáneos”. Entonces los versos 9 al 11 deben verse en bloque, ya que Moisés está haciendo una comparación entre Noé y sus contemporáneos. Así, Noé es descrito como varón justo, perfecto entre sus contemporáneos y que caminó con Dios. El término “justo” tiene que ver con un comportamiento externo que refleja una realidad interna, por ello la palabra “tsadik” se define como horado, honesto, íntegro, cabal. Mientras que “perfecto” es “tamim” y tiene que ver con una actitud interna que dirige la vida en su totalidad. Indica pues, la plenitud de una relación con Dios. Comúnmente este término es utilizado para hablar de los sacrificios (Lv. 1.3, 10) que deben ser hechos con animales sin defectos. Lo que implica que la vida entera de Noé estaba al servicio y en comunión con el Creador, era una vida que agradaba al Señor, todos sus actos, desde el más sencillo hasta el más complejo, eran actos de servicio y devoción al Señor. Toda la vida de Noé estaba al servicio y a la disposición del Señor. Él era un hombre del que se nos dice que “caminó con Dios”. Su actuar, su motivación interior, su pensar y su vivir eran perfectos. Pero no mal entiendas, quizá te llevas la impresión de que él nunca pecó, no es así:
“Sepamos que son llamados justos y perfectos, no los que son en todo perfectos, o en los que no hay ningún defecto; sino quien cultiva la justicia con pureza, y desde su corazón. Porque se nos asegura que Dios no actúa hacia su pueblo con el rigor de la justicia, como requiriendo de ellos una vida acorde a la perfecta regla de la Ley; porque, si la hipocresía no reina en ellos, sino que florece el puro amor a la rectitud, llenando sus corazones, Él, de acuerdo a su clemencia, los declara justos.” Calvino
Así, mis queridos hermanos, no son nuestros actos los que ve el Señor, sino nuestro corazón. Y lo que Dios vio en el corazón de Noé no fue perversión, sino un deseo ardiente por la justicia, por amar al Señor con todo lo que él era. Noé tuvo tres hijos, Sem, Cam y Jafet, que después adquirirán un significado muy especial.
Pero, ¿Qué encontró Dios al ver a los contemporáneos de Noé? “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.” ¡Qué espantosa situación! El hebreo original es todavía más gráfico, cuando dice que la tierra se corrompió delante de Dios, usa la palabra “shajat” que quiere decir “infestado, podrido”. La creación entera estaba infestada, como si una plaga estuviera degradando, y descomponiendo, provocando la putrefacción de este mundo. Y la plaga se llama violencia, injusticia, brutalidad, crimen. El mundo de Noé estaba atestado de violencia. La forma de vida de los hijos de la serpiente caracterizada por la violencia y el asesinato era de lo más común y normal. Los seres humanos se destruían entre sí. Habían olvidado que fueron creados por Dios en su imagen y que debían ser protectores de su prójimo, ahora se habían convertido en sus propios verdugos.
Pero esto no es todo, el verso 12 dice algo muy interesante, nos dice que cuando vio Dios sobre la tierra y que la vio corrompida, notó que toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Aquí, la palabra “carne” (heb., Basar) hace referencia no solo al ser humano, sino a toda la creación, a todo lo creado. Y la palabra camino (heb. Derej) se refiere a una actividad que controla el estilo de vida. Es decir, toda la creación, bajo la guía y la dirección del hombre, se había desviado de su propósito original, la gloria de Dios y el servicio del prójimo, para ser un medio de rebelión contra Dios y una forma de destruir otros seres humanos. Todos los esfuerzos del hombre por desarrollar la creación eran dirigidos y motivados por la violencia, por el deseo de pasar encima del otro. Y no solo eso, también la misma creación era desligada de su servicio al Creador y puesta en esclavitud. Las normas que el Señor ha puesto para la creación son dejadas a un lado y el hombre, en su empeño soberbio de ser dios, crea sus propias leyes y normas para la cultura.
Hoy vemos una situación semejante. La violencia es el pan de cada día en nuestro País. Nuestras ciudades son azotadas por el crimen organizado. Salir a cenar con los amigos ya no es garantía de poder regresar a casa, y aunque nos consolemos diciendo que la violencia que se está dando es solo entre facciones contrarias, no escapamos a esa maldad y perversión. Te en cuenta algo, estos criminales no son justicieros, no luchan por la justicia, luchan por su propio bien y poder. De igual forma todas y cada una de las actividades diarias del hombre sin Dios están ordenadas para su propio bienestar y privilegio. Trabajamos, estudiamos y nos esforzamos, no para servir mejor a nuestro prójimo y honrar a Dios, más bien lo hacemos para reafirmar nuestras propio poder y capacidad, para ser mejores personas, es decir, mejores que otras personas. Y así, el mundo sigue hundiéndose cada vez más en la perversión, debido a que nosotros, corremos en el mismo desenfreno.
Lo que más me llama la atención es que Noé es el único que permanece fiel al Señor, en medio de una generación malvada y perversa. Él se levanta como el único que fervientemente busca y honra al Señor con toda su vida. Así pre-figura a nuestro Señor Jesucristo, aquél que será el único justo en toda la humanidad. El único justo y perfecto que será ofrecido en sacrificio delante de Dios. Al mirar la tierra nuestro el Dios de los cielos no puede evitar ver la violencia, pero a través de Jesucristo su Hijo, él nos ve y acepta todas nuestras obras. Por ello, en Él, la invitación apostólica no se hace esperar: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Fil. 2:15).
2. EL ANUNCIO DE LA SALVACIÓN
Dios habla una vez más con el hombre, esta vez con Noé. Y le anuncia que pondrá fin a todo ser (carne) en la tierra. Las palabras seguramente resonaron en los oídos de Noé, aún más la culpa de la humanidad: ustedes, los encargados de labrar y guardar esta tierra, la han llenado con violencia, por tanto los destruiré con la tierra. La palabra es dura. Pero así es la justicia, esa es la paga por el pecado. Y cuando la violencia se ha desbordado y llenado toda la tierra, no hay otra posible solución más que la destrucción de todo lo que existe.
Sí, Dios lanza juicio, pero también envía su misericordia. Y ordena a Noé construir un Arca (tebah), esta palabra solo se menciona aquí y en Éxodo al hablar del nacimiento de Moisés. Esta arca debía ser de madera de gofer (se desconoce qué madera específica era), debía tener aposentos o divisiones internas, y debía ser cubierta con brea para evitar las filtraciones del agua y la pudrición de la madera. Este rectángulo gigante debía medir 155 metros de largo, 26 de ancho y 15 de alto. Y debía tener una ventana por el frente hasta arriba y una puerta al lado, a su vez, debía estar dividida en tres pisos. Este rectángulo gigante, oscuro y lúgubre sería como un féretro gigante en el que Noé viviría por largos días. Ahí lo que sería para muerte, serviría para salvación de muchos.
Por ello Dios le dice a Noé: “Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá.” La palabra “diluvio” (mabul) aparece solo en esta narración de génesis y en el Salmo 29:10 que dice: “Jehová preside en el diluvio, y se sienta Jehová como rey para siempre.” Con este gran diluvio Dios el Creador de todas las cosas está reafirmando sus derechos como Rey sobre toda la creación. No es el hombre ni la mujer quienes rigen al mundo y su destino, más bien, el Dios eterno que hizo los cielos y la tierra, Él gobierna y sostiene todo lo que existe. Y Él, no los hombres y mujeres violentos de este siglo, es el único que tiene el derecho de destruir y borrar de la faz de la tierra su misma creación.
Su señorío es absoluto, y eso mis hermanos es maravilloso. Pero aún más asombroso es lo que se vislumbra en este versículo 17. “Todo lo que hay en la tierra morirá”, entonces ¿el arca para qué es? ¿Por qué construir un arca tan grande? ¿Cuál es su propósito? Quizá Noé vislumbraba un poco la gracia y la misericordia de nuestro Dios.
3. PARA QUE TENGAN VIDA CONTIGO
En estos versículos (18-22) sobresale una cosa: El Pacto del Señor. Este es el primero lugar donde aparece la palabra pacto (bertith) y con ello el Señor quiere indicarle a Noé que “habría vida después del diluvio debido a su gracia.” (Vollenhoven). Sí, el castigo será terrible, y es una forma de castigar severamente a la humanidad, pero también una forma de preservarla. Y no solamente a la humanidad, sino a toda la creación. El Pacto de la Gracia de Dios comenzó en Génesis 3:15, con la promesa de que vendrá uno que destruirá el poder de la serpiente y con ello nos traería liberación. Es más correcto leer (kum, fundar, consolidar, establecer, afianzar) “confirmaré mi pacto contigo” o “mantendré firme mi pacto contigo”, ya que está hablando del mismo Pacto sobre el hijo de la mujer. La salvación viene a través de él. ¿Pero qué salva?
Es de notar que la palabra “contigo” se repite constantemente. Se nos dice que el Pacto es con Noé. Y que con él habrían de entrar en el arca: Otros humanos, los animales, y las plantas. Toda la creación está incluida en este Pacto. Nada es dejado fuera en la salvación que nuestro Dios da, y en el Pacto que Él confirma a Noé. La promesa sigue siendo vigente: el hijo de la mujer viene y salvará no solo a los hombres y mujeres, también salvará a los animales y plantas.
El Pacto de la Gracia de Dios que fue hecho en Cristo y confirmado a Noé, abarca el reino humano (v.18). La Gracia de Dios restringe el poder del mal, sujetándolo y limitándolo a través de las diferentes instituciones establecidas por Él desde la creación. La Gracia de Dios no anula la naturaleza, sino que la confirma, y reafirma la validez de las normas creacionales. Por ello el Señor está incluyendo el matrimonio de Noé, y su familia, y los respectivos matrimonios de sus hijos. De ello podemos entender que la labor humana de someter la creación y ofrecer en servicio al Creador todo lo que hagamos sigue siendo válida. El hombre y la mujer, en su tarea cultural, deben continuar existiendo y desarrollando el mundo de Dios para su Gloria. Pero esto solo es posible debido a la fidelidad de Dios a su Pacto.
El Pacto de la Gracia de Dios que fue hecho en Cristo y confirmado a Noé, abarca el reino animal (v.19-20). Estos versículos nos dicen que entrarán al arca dos de cada especie (macho y hembra), sea de las bestias, de las aves, o de reptiles. Toda las criaturas que viven sobre la tierra entrarán en el arca y vivirán. Porque aunque la maldición las había alcanzado en su momento, la bendición y salvación también vendrá para ellos. Cada especie que se extingue es una especie que cargaremos a nuestra cuenta. Aquello que en Cristo ha sido rescatado, nosotros tenemos que preservarlo. No permitir que su desaparición sea por causa nuestra. Es nuestro deber ante el Señor.
El Pacto de la Gracia de Dios que fue hecho en Cristo y confirmado a Noé, abarca el reino vegetal (v.21). Es así que nuestro mundo, lleno de belleza y majestuosidad nos ha sido dado una vez más por el Creador. Así el Señor recupera toda la grandeza que el mundo tiene, al guardar semillas y diversos frutos para el cuidado del hombre y de los animales. Efectivamente, la dieta en ese entonces era vegetariana. Eso no indica que hoy también tenga que ser así, eso lo trataremos más adelante, cuando el pacto se desarrolle más. A toda la creación, una vez más, le es ofrecido un nuevo comienzo.
¿Y qué hizo Noé? “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.” Esta es la fe que obra por el amor. Noé obedeció al Señor, sí, podemos pensar que es demasiado increíble que un hombre solo construyera un arca de tales magnitudes. Incluso hay quienes piensan que esto es parte de la mitología bíblica, es decir que no fue real. Y sin embargo, las Escrituras Sagradas nos dicen: Noé hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. No fue sencillo eso es seguro. Pero era la potencia del Espíritu de Cristo la que le impulsaba y guiaba para cumplir su labor. Era la fuerza que otorga el Señor la que hacía que Noé se levantara día tras día para construir esta arca. No puedo dejar de pensar en que tú y yo somos confrontados en el espejo de las Escrituras para que podamos seguir obrando en este mundo lleno de burlas contra el cristianismo, proclamando el Señorío del Señor en todo lo que existe. No buscando nuestra propia gloria sino la de Dios.
CONCLUSIÓN
Al principio hablábamos de la gracia que Dios vio en Noé. Y terminamos hablando del Pacto de la Gracia de Dios en Cristo Jesús que redime y salva no solo el alma del hombre, sino su cuerpo, sus relaciones, sus instituciones, los animales y las plantas. Toda la creación, puesta bajo el dominio y el Señorío de nuestro Dios. Nuestro Señor ha prometido que todas las cosas le servirán, que todos los hombres le proclamarán Señor en aquél día glorioso en que Él regrese. Quizá puedas tú preguntar burlándote: “«¿Qué hubo de esa promesa de su venida? Nuestros padres murieron, y nada ha cambiado desde el principio de la creación». Pero intencionalmente olvidan que desde tiempos antiguos, por la palabra de Dios, existía el cielo y también la tierra, que surgió del agua y mediante el agua. Por la palabra y el agua, el mundo de aquel entonces pereció inundado. Y ahora, por esa misma palabra, el cielo y la tierra están guardados para el fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos. Pero no olviden, queridos hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. Pero el día del Señor vendrá como un ladrón. En aquel día los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada. Ya que todo será destruido de esa manera, ¿no deberían vivir ustedes como Dios manda, siguiendo una conducta intachable y esperando ansiosamente la venida del día de Dios? Ese día los cielos serán destruidos por el fuego, y los elementos se derretirán con el calor de las llamas. Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él.” 1 Pedro 3:3-14
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