Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová. Genesis 4:25-26
Las predicaciones pasadas se han enfocado en la cultura que construyen los hijos de los hombres, una cultura basada en la violencia, el libertinaje sexual, el éxito profesional y sobre todo, la rebelión contra Dios. Hoy será diferente, hablaremos de las características de la Cultura del Reino de Dios. Porque al igual que los hijos de los hombres, los hijos de Dios también tienen una tarea cultural, responden, actúan y viven de acuerdo a la motivación que existe en sus corazones. Todas sus labores son realizadas de acuerdo al Dios al que sirven. No demoremos más y veamos cuáles son las características de la cultura de los hijos de Dios.
1. TIENE UN NUEVO FUNDAMENTO
Nuestro texto en Génesis nos dice que Adán y Eva una vez más tuvieron relaciones sexuales, ella concibió y dio a luz un hijo, y lo llamó Set. Como mera curiosidad bíblica, hasta ahora ha sido la mujer quien pone nombre a los hijos. No es una norma, ya que en el versículo siguiente nos dice que Set le puso el nombre a su hijo. Pero es llamativo que Eva realiza la misma labor que hace Adán, ambos ponen nombres. Porque en el contexto familiar, ambos son cuidadores del hogar. Pero lo que realmente quiero que noten es el significado del nombre Set.
Este nombre lo explica Eva diciendo que “Dios me ha establecido otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín”. La palabra sustituir en hebreo es el verbo “Shit” y ya anteriormente la conocimos, en el capítulo 3 versículo 15, y quiere decir “establecer, instaurar, nombrar”. Además la palabra que nuestra RVR traduce como hijo, es “Zerá”, y también ya la conocimos anteriormente, quiere decir, hijo, pero también simiente, generación. Por lo que Eva está haciendo eco de la promesa hecha en Génesis 3:15. Ella está recordando lo que dijo Dios sobre los hijos de Eva. La serpiente estaría en constante oposición y tratando constantemente de destruir a la generación de los hijos de Dios.
La serpiente parecía haberse sobrepuesto cuando Caín mató a Abel. Parecía que la simiente de los hijos de Dios había sido borrada de la faz de la tierra. Parecía que la serpiente había triunfado. Pero la perspectiva de Eva era muy diferente, ella vio lo que quizá nosotros no hubiéramos visto. Recordó la promesa que quizá ya otros habían olvidado. Ella recordó que Elohim había prometido establecer una división entre los que serían hijos de Dios y los que no. Él había prometido que a pesar de la oposición de la serpiente, el Hijo de Dios triunfaría.
Eva reconoce que en el acto de concebir a Set está la obra del poderoso Elohim, quien por cierto, es nombrado de esa manera en el versículo 25. Lo que nos recuerda que es por el poder creativo y sustentador de nuestro Dios que sus promesas se cumplen. Es por el poder soberano y envolvente de nuestro Dios que la serpiente no puede vencer, pese a todos sus intentos, a la simiente de los hijos de Dios. Por ello, Él trajo al sustituto, y no solo lo trajo, sino que lo estableció. De manera permanente la genealogía de Set sobrevivirá, porque su fuerza no está en la violencia, el frenesí sexual o el éxito profesional, sino en el Señor y en el poder de su fuerza.
Aquí es donde encontramos a Aquél a quién Dios señaló levantándolo de entre los muertos (Hech. 17:31). Jesucristo, el sustituto, el que ha sido establecido como la Roca sobre la cual edificamos (Ef. 2:20). Él es quien por su muerte sustitutoria nos ha hecho partícipes del Reino, como un “reino de sacerdotes y gente santa” (Éx. 19:6) para el Señor. Cristo es el nuevo fundamento para una nueva humanidad, una nueva cultura, una nueva manera de vivir y desarrollarnos en el mundo de Dios. Cristo Jesús es el sustituto. Adán no consiguió ser fiel, Cristo lo hizo. Y Él, en la cruz, exhibió a la serpiente como lo que era, una engañadora, una destructora, una criatura condenada a la humillación y la maldición perpetua. Y a los tres días se levantó victorioso para entrar en los altos cielos y así sentarse como Rey para siempre.
2. RECONOCE NUESTRA DEBILIDAD
Set, a su vez, tuvo un hijo. Lo llamó Enós. “Enosh” en hebreo quiere decir “hombre, ser humano, mortal”. Recordando sobre los nombres de los hijos de Caín, estos hacían referencia a “los poderosos hechos de Caín”. Pero ahora Enosh nos recuerda que los seres humanos somos débiles, que no tenemos fuerza por nosotros mismos. Que nuestra capacidad para construir y transformar nuestro entorno nos viene de Dios, no de nosotros mismos. Set le recordaba a toda su posteridad que la humanidad como tal no es en sí misma autosuficiente, sino que somos polvo sin el Señor.
Por tanto, Enosh, nos recuerda que la cultura de los hijos de Dios deben construirla recordando que somos seres dependientes. No dependientes de otros humanos, como si de ellos pudiésemos conseguir la vida y todas las cosas. Más bien, somos seres que dependemos absolutamente de Dios. Por ello, debe ser nuestra característica la humildad. Nada proviene de nosotros mismos.
Recordemos, que “hemos sido trasladados al Reino del amado Hijo de Dios” (Col.1:13), nosotros no entramos, sino que fuimos trasladados. Recordemos que nuestras obras están hechas de acuerdo a las Sagradas Escrituras que nos pueden hacer sabios para toda buena obra (2 Tim. 3:17). O aquello que nuestro Señor Jesús nos dijo: “separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5) Somos polvo, somos Enosh, somos débiles, dependemos de Dios, y entre más pronto lo sepas y entiendas, más rápido comprenderás el evangelio.
El salmo 9:20 precisamente hace referencia a esta palabra hebrea, Enosh. Una vez que Dios ha establecido su fundamento, nosotros hemos de reconocer que dicho fundamento es el suficiente. Que cualquier otro fundamento que nosotros los seres humanos queramos poner, no es suficiente. El único fundamento suficiente es el Señor Jesucristo. 1 Corintios 3:11 dice: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” Él es el fundamento suficiente. No podemos apelar a nuestra humanidad, nuestra razón, o nuestra emoción para fundamentar nuestra existencia, es solamente en Cristo Jesús que nosotros podemos tener certeza, estabilidad y conocimiento cierto.
3. CONSTRUYE PARA EL SEÑOR
Pero a partir de Enós, sucedió algo impactante. Según Génesis, “Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová.” No significa que Adán y Eva no conocieran a Dios o no le adoraran, lo que esta frase parece dar a entender son dos cosas. Primero que la línea de Set está invocando a Dios para que actúe a su favor, por lo sucedido entre Abel y Caín. La invocación tiene que ver entonces, en primer lugar, con el deseo de ver que la violencia acabe en la tierra.
Pero también, y en segundo lugar, invocar el nombre de Jehová, en el contexto escritural se entiende como la adoración a Jehová, es decir el culto al Dios verdadero. Los Setitas estaban comenzando a ordenar su vida alrededor de Jehová, y así construir toda su existencia alrededor de quién es el Dios verdadero.
“El culto es esa parte de la vida en el que el pueblo explícitamente confiesa en Quién yace su fuerza; en el que ejercitan y celebran esta confesión de fe en el Señor como el poder operante en todas las actividades de sus vidas. En el culto la gente se concentra, en el modo humano más profundamente posible, en el corazón de la vida, por medio de ceremonias rituales simbolizando lo que ellos creen (aunque no puedan verlo). Así lo que se confiesa en el culto, sirve como la esperanza y certeza para las actividades no cúlticas” –James Olthuis Adoración y Testimonio. Pág. 9.
Es decir, amado hermano, escucha bien, el Culto es donde reconocemos de manera clara y audible, en quién está nuestra esperanza. De Quién somos. A quién servimos. Por quién vivimos y hacemos todo. El culto hace que tú y yo dejemos de confiar en nosotros mismos y empecemos a confiar en nuestro Dios. El culto, es el modelo alrededor del cual construimos toda nuestra existencia: Dios en el centro y todo a su servicio. La vida cristiana reconoce en Cristo el centro de toda su existencia, y en base a Él empezamos a construir y edificar toda nuestra existencia.
Por ello, nuestros esfuerzos teóricos en la escuela o vida académica, deben sujetarse a Cristo. Nuestras relaciones laborales deben reflejar nuestro sometimiento a la voluntad del Señor. Nuestras acciones económicas, junto con nuestro teorizar económico, debe sujetarse a las normas creacionales del Señor. De igual forma, nuestra vida política, social, familiar, matrimonial, etc., debe construirse desde Cristo y para Cristo
CONCLUSIÓN
La cultura de los hijos de Dios, empieza por reconocer a Cristo como el fundamento religioso de una nueva creación. Cristo se vuelve el comienzo de toda una nueva realidad. No se trata simplemente de imaginarnos algun futuro posible, ni en una especie de pensamiento positivo. Más bien, esto se construye sobre la base de que Cristo Jesús ha resucitado, que nuestra fe no es vana, que tiene valor, y que tiene poder, porque su poder está en el Señor. También reconocemos que somos indignos, débiles y dependientes, pero por ello tenemos un Señor que dignísimo, Poderosísimo y Autosuficiente, quien nos sostiene de su mano para seguir adelante. Y no solo esto, sino que nos impulsa a trabajar bajo su guía y dirección. Nos impulsa para luchar a favor del Reino y su justicia. Nos insta a permanecer en la fe hasta el final, hasta que Él nos mande descansar. Hoy tenemos una lucha que no es contra sangre y carne, sino contra las potestades que quieren retomar el poder, y que a través de las ideologías y pensamiento ajenos y contrarios a la Palabra realizan ataques frontales y fieros contra la iglesia. Es tiempo mis amados hermanos de que nos preparemos y tomemos la Espada del Espíritu para destruir al enemigo. Construye hermano, construye para el Rey. Y pelea, pelea hermano. PRO REGE
Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola.
Comentarios
Publicar un comentario