Génesis 4: 16-18
Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec.
Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola
INTRODUCCIÓN
Cuando empecé a exponer el capítulo cuatro de Génesis, mencioné que las historias mencionadas a partir de este capítulo, tienen un significado doble, primero, Jehová Elohim como el que cumple fielmente sus promesas guiando la historia humana en base a su Palabra de Pacto (Gén.1:27; 3:15). Y segundo, el ser humano respondiendo al mandato de servir y vivir ante el rostro de Jehová Elohim, en obediencia o desobediencia al Pacto. Hoy, no será la excepción, veremos cómo Caín y su familia empiezan a construir una cultura que refleja su propia condenación y maldad, y que corrompe, la familia, el trabajo y el matrimonio. Veremos el comienzo de una cultura que se opuso y se opone aún hoy a nuestro fiel y salvador Dios.
1. SALIENDO DE LA PRESENCIA
Ya hemos dicho anteriormente que Caín es de los pocos que se menciona en las escrituras como “maldito”, su maldición radica en vivir con temor y huyendo, pero también implica la separación absoluta de Dios, poniéndolo fuera del favor, fuera de la protección divina. Todo parece indicar que Adán y Eva se habían quedado cerca del huerto de Edén, en la presencia de Jehová. Ya que como dijimos, su expulsión del huerto no implicaba un rechazo por parte de Dios, sino su protección y cuidado a favor de ellos, para que no vivieran para siempre en pecado (Gén. 3:22). Pero en el caso de Caín es diferente. Una vez que ha sido declarada maldición sobre su vida, ahora Caín “sale de delante de Jehová”. Esta frase puede ser mejor traducida como “salió de la presencia de Jehová”, queriendo decir que Caín dejó de vivir ante el rostro de Dios, y empezó a buscar su propio rumbo, su propio camino. Salió como alguien expulsado, y rechazado por causa del asesinato de su hermano, y en su errático caminar, buscaba su propio sentido, propósito y seguridad. Esto, porque lejos de Dios, lejos de su presencia, no podemos encontrar la seguridad y el sentido que es necesario para nuestra existencia como criaturas. Recordemos que somos imagen de Dios, y toda imagen adquiere su cualidad de parte de aquél a quien refleja. Cuando Caín se aleja de la presencia (del rostro en hebreo) de Dios, está, poco a poco, desvirtuándose y corrompiendo la imagen que debería reflejar, y así toda su existencia se convierte en una corrupción de la imagen.
Esta frase debe verse en relación directa con “y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén”. Habitar, quiere decir hacer morada permanente. Mientras que Nod quiere decir “vida errante, vagabundaje, destierro”. Cuando la humanidad, hombre y mujer, rechazan y se alejan de la presencia de Jehová, de su rostro, comienzan a vivir sin dirección ni propósito. En las Escrituras encontramos casos de hombres y mujeres que, lejos de la presencia de Jehová, se entregan a la perdición de sus razonamientos, y las perversiones de una vida sin sentido ni propósito. Romanos capítulo 1:18 al 32 nos presenta este continuo errar por el mundo, vagando en búsqueda de significado y propósito: 18-23 nos dice que el hombre y la mujer han despreciado al Creador y su gobierno soberano, inventándose ellos mismos dioses que servir, y que por tanto la Ira de Dios está sobre ellos. 24-25, se nos dice que dicho errar se manifiesta a través de darle culto a las criaturas, colocándolas en el lugar que le corresponde a Dios. Del 26-27 nos dice que la perversión sexual que produce homosexualidad y lesbianismo (y con ello todo el conglomerado del lgbt..) es también producto de esa ira divina, y conlleva en sí mismo su condena. Por último del 28 al 32 nos dice que la mente reprobada no solo se manifiesta en la homosexualidad, sino en muchas clases de pecados como la injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuraciones, detracciones, aborrecimiento de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia, y todo ello trayendo como consecuencia la muerte para todos los que lo practican. Una vida lejos de la presencia de Dios, es una vida que carece de significado, y que vive en constante lucha por obtenerlo, pero en esa lucha, lo único que consigue es muerte, porque la única forma de obtener propósito y dirección en esta vida es a través de Cristo Jesús, el hijo de la mujer.
2. UN FUNDAMENTO EXTRAÑO PARA LA FAMILIA
La degradación cultural producto del pecado no se manifiesta instantáneamente, más bien es progresiva y se manifiesta conforme el tiempo va pasando y los hombres van desarrollándose cada vez más lejos de Dios y su Pacto. Por ello vemos a Caín casándose con una sola mujer (su hermana sin lugar a dudas) y nos habla tanto de la concepción como del nacimiento del primer hijo de Caín, llamado Enoc. Hasta ahora las relaciones sexuales se siguen dando en el vínculo del matrimonio tal y como fue establecido por Dios, la vida y su desarrollo consiguiente siguen siendo cuidados y protegidos por Caín y su mujer. Sin embargo dos cosas llaman nuestra atención.
En primer lugar, la construcción de la ciudad. Caín ve que su entorno es contrario a él, la tierra no le da su fuerza, no produce fruto para él, y a la vez, la marca que pende sobre él le recuerda cada día su pecado. En su inseguridad y en su incredulidad comienza a construir una ciudad. La primera ciudad que es mencionada en las Escrituras es construida en respuesta al temor y a la falta de estabilidad y seguridad. Caín quiere demostrarse a sí mismo, y a los habitantes que moran cerca del jardín, que él, un asesino fugitivo puede prosperar lejos de la presencia de Jehová y de su bendición providente. Toda labor humana está condicionada y circunscrita a la fe que dirige nuestros corazones. La forma en que reaccionamos a nuestro entorno es determinada por las convicciones que dirigen nuestro corazón, nuestros pensamientos, nuestras palabras, y acciones. Toda actividad que realizamos es una respuesta en fe o incredulidad al cuidado soberano de Dios y a su Palabra-Ley que dirige nuestros corazones. El problema no es la construcción de la ciudad en sí misma, ya que eso implicaría una negación de Génesis 1:28, más bien el problema es que Caín, en incredulidad a la promesa divina de guardar su vida, se construye un lugar donde puede habitar “seguro”. De ahí la pregunta que debemos hacernos a nosotros mismos, y que nos confronta en lo más profundo de nuestro ser, ¿Por qué haces lo que haces? ¿por qué trabajas? ¿por qué estudias? ¿por qué meditas y reflexionas lo que dirás? Quizá es porque estimamos tan preciosa nuestra vida que tratamos de llenarnos de todas las seguridades para no perderla. Por eso tratamos de obtener todas las seguridades que nos puede proporcionar este mundo: un buen trabajo, un terreno, una casa, un título, un posgrado, familia, esposo (a), pero Cristo, nos dice que abandonemos toda seguridad y la encontremos únicamente en él: “Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna” Mateo 19:29
En segundo lugar, lo que me llama la atención de esta sección es la familia de Caín. Empezando desde Enoc hasta llegar a Lamec, cada uno de sus nombres reflejan la confesión de fe de su padre, lo que lo dirige y lo ha marcado, y marcará a toda su progenie: La maldición divina. Cuando Caín y Abel nacieron sus nombres hacían referencia a la promesa de Génesis 3:15, pero los hijos de Caín y los nombres que llevan hacen referencia a la maldición que pende sobre ellos, y casi nos cuentan la historia misma de Caín: Enoc quiere decir adiestrar, dedicar, nos recuerda que Caín nació como el primogénito que fue dedicado al Señor. Irad, significa fugitivo, y nos recuerda que la maldición que Dios puso sobre Caín, al este matar a su hermano Abel. Mehujael, quiere decir Herido por Dios y nos recuerda la marca que Dios puso sobre Caín. Metusael significa Hombre de Dios, y nos recuerda la misericordia que Dios tuvo hacia Caín al no dejarlo en una muerte segura. Lamec, de cuyo nombre es imposible obtener el significado, se vuelve un hombre violento y destructor que refleja en última instancia la maldad operante en la generación de Caín.
CONCLUSIÓN
La Cultura de Caín empieza a construir su cultura lejos de Dios. Lo manifestó al ponerle nombres a sus hijos que reflejan su estado maldito y deplorable, no las promesas de Dios. También al construir una ciudad para encontrar abrigo y protección, estabilidad lejos de Dios. Pero la realidad es que ellos, esta generación maligna y perversa, jamás pudieron, ni podrán encontrar lejos de Dios, seguridad y paz. Pero esto habla de nosotros, no de un Caín oculto en el pasado remoto de la humanidad, sino de ti y de mí, el habitante promedio de la ciudad y el campo que buscamos y tratamos de encontrar en las cosas que nos proporciona este mundo, la seguridad que tanto anhelamos. Nos preocupamos por cuánto habremos de ganar, cuantas semanas debo cotizar para obtener el crédito, cuánto deberé de pagar para tener mi casa terminada, el coche bien asegurado, mis hijos bien educados, y mi pensión garantizada. A veces idealizamos el campo y pensamos que la vida en el campo era mejor que la vida en la ciudad, pero estás cometiendo un error, el problema no es el avance cultural, sino el corazón que está lleno de temor, de miedo a la muerte y que no puede encontrar tranquilidad, ni en el campo, ni en la ciudad, esa es nuestra tierra de Nod, nuestra tierra de vagabundos.
Pero hoy Jesús nos es presentado como aquél que dirigirá a su Pueblo a la tierra prometida. El que nos hará entrar en el reposo de Dios. El que nos llevará a tierras donde fluye leche y miel. A un lugar lleno de paz y tranquilidad. Donde él enjugará toda lágrima de nuestros ojos, y donde el dolor no existirá más. Este Jesús, viene a salvarnos de nuestros pecados, de la condena que pende sobre nosotros, y a tomar sobre sí el castigo merecido. Nosotros construimos lejos de Dios, pero Él, Cristo Jesús, está edificando un pueblo, una nueva humanidad, pro su Palabra y Espíritu que mora en nosotros. Este Jesucristo, es la seguridad que tanto necesitamos, deseamos y anhelamos. (1 Cor. 1:30-31).
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