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LA MALDICIÓN DE LA SERPIENTE

Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Genesis 3:14-15

Cuando la mujer acusó a la serpiente de haber sido la instigadora de la Rebelión y de haber engañado a la mujer, Dios no se dirigió a la serpiente para pedirle cuentas de lo que había hecho. Él no se dirigió a ella para saber qué es lo que había pasado, más bien para dar su justa sentencia condenatoria. La serpiente había usurpado un lugar que no le correspondía, y había puesto al hombre y la mujer en rebelión contra Dios, había sido, no el autor material, pero sí el intelectual de esta terrible revolución. 

1. HUMILLACIÓN CONSTANTE

En el 3:1 encontramos una descripción de la serpiente muy llamativa: “La serpiente era astuta más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho”, como ya lo describimos anteriormente la palabra “astuta” en el texto es “arum”. Y la palabra en el versículo 14 para “maldita” es “arur”, definitivamente es un juego de palabras ya que hace eco de la misma frase, pero con un propósito totalmente diferente. La serpiente se había querido elevar por encima de todos los animales que Jehová Dios había hecho, había querido ser superior en todo sentido a toda la creación. Por ello dirigió su ataque al ser humano, a quien había Dios puesto por encima de todo bajo la supervisión divina. Al incitar la revuelta se había querido posicionar por encima de la humanidad como la otorgadora de conocimiento, como la que podía proporcionar verdadera y plena sabiduría. 

Pero Dios la colocó una vez más en su lugar, y no solo eso, sino que procedió a condenarla para siempre a una posición humillante y despreciable. “Arur Atá” “Eres maldita”, ya no eres “astuta”, ahora eres despreciable. La que se había querido elevar por encima de todos, ahora es puesta hasta lo más bajo en la creación. Se le dice que andará por siempre sobre su pecho, y que comerá el polvo de la tierra. Esto no quiere decir que la serpiente antes tuviera patas o que anduviera erguida, más bien quiere decir simple y llanamente, que la actitud soberbia de querer elevarse sobre toda la creación es desechada y confrontada totalmente al recordarle a la serpiente su verdadera condición: ella está hecha para estar en el suelo y morder el polvo, su posición es debajo de todos, no encima de todos.

Algo más que quiero hacer notar es el uso del término “Arar” en el contexto escritural es una palabra utilizada la mayoría de las veces en el contexto de el Pacto, es decir, en referencia a todo aquél que se aparta o aleja del Pacto de Dios (Dt. 27:15-26; Jer. 11:3). Cuando el hombre se rebela contra Dios, se está oponiendo a su Palabra de Pacto, se está saliendo de sus beneficios y sobre todo, de la comunión del Pacto. Recordemos que la creación entera estaba bajo los pies del hombre y la mujer, y así todos ellos estaban bajo el Pacto del Favor de Dios. En el momento en el que el hombre se rebeló, toda la creación cayó con él, cayó del Favor, de la Gracia de Dios. Y ahora está sujeta a maldición. Esto lo veremos más profundamente cuando hablemos de la manera en que Dios condenó al varón. Pero en este momento debemos dejar claro que la Serpiente está fuera del Pacto, está lejana al Favor de Dios y jamás podrá alcanzar la redención. Maldecir (Arar en hebreo) es entonces estar fuera del Pacto del Favor de Dios. 

2. ES NUESTRA ENEMIGA

Sin saberlo el hombre se había convertido en aliado de la Serpiente en la batalla cósmica por el Trono Divino. Quizá consideraría lo más natural después de haberse rebelado contra Dios el unirse a la Serpiente en esta guerra cósmica. El Señor entonces establece algo muy importante que habrá de marcar el rumbo de la historia humana a lo largo de los siglos. Ya hemos establecido con anterioridad que la Serpiente es una personificación de Satanás, el Diablo, el Malo. En este sentido, la historia de Génesis no solo explica la aversión y desprecio continuo que sentimos por las serpientes y la lucha constante que hemos de experimentar contra ellas. También nos revela una realidad que trasciende el tiempo y llega hasta nuestros días: La humanidad estará en constante conflicto contra la serpiente, y la serpiente contra la humanidad. En primer se afirma que es Dios quien establece esta situación. Es un acto de Dios que deshace la alianza entre Satanás y el hombre, y establece así una enemistad. Este es uno de los pocos (por no decir el único) mandatos que Dios otorga en toda la sección sobre la consecuencia del pecado. Él ha establecido una enemistad (en hebreo “ebaj”) una hostilidad por parte de la mujer y con ella del varón, hacia la serpiente, y de la serpiente contra la mujer y con ella contra el varón. Jehová Dios, así, hace ver al hombre y su mujer, quién es el verdadero enemigo. Hace ver que el Enemigo no es Dios, más bien la perversa serpiente. Y hace ver al hombre cuanto desprecio produce en Dios la Serpiente al este maldecirla y condenarla estableciendo una hostilidad hacia ella. Y es que el mayor enemigo de nuestra vida es Satanás. Eso debe quedar muy claro. El enemigo es Satanás, no la mujer, no el varón, ni siquiera la creación: Satanás. Esto no exime al hombre de su culpa, sino que lo hace aún más culpable ahora que ha sido establecido. 

Además, Dios establece la división de la humanidad en dos grupos: Los hijos de la mujer y los hijos de la serpiente. La palabra “simiente” en este contexto tiene la connotación de “descendencia, posteridad” (Sch) y llevan en sí la idea de “un grupo de individuos que tienen cualidades en común” (Vine). Esto quiere decir que se refiere tanto a la humanidad como colectivo y a las serpientes. Dios establece una división en la humanidad, habrá quienes sigan a la serpiente y quienes sigan a la mujer en sumisión a Dios. Las dos generaciones de seres humanos nunca deberán unirse, siempre estarán en constante conflicto espiritual. Es decir, ambos se opondrán el uno al otro, ya que los hijos de la serpiente quieren servir a la Serpiente, mientras que los hijos de la mujer, quieren servir a Dios. Este conflicto tiene una gran relación con lo que posteriormente se verá en Génesis 6 como “los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas”, no es un término estructural, sino un término direccional, apunta a que ambas generaciones o simientes, aunque tengan el mismo origen estructural (el vientre de la mujer) no tienen la misma raíz espiritual: unos sirven a Dios y otros se le oponen. Esta es la razón del por qué Dios prohíbe a sus Hijos casarse con personas que no aman a Dios (2 Cor. 6:14). Pero sobre todo este mandato de Dios de no unirnos a los hijos de la Serpiente, más que estructural es direccional. No te unas en ideas, pensamientos, propósitos que no honran a Dios, como dijo el Señor Jesucristo: “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.” (Juan 17:14-18). Es decir, nuestra ciudadanía está en los cielos, donde está nuestra simiente, el comienzo de nuestra nueva vida: en Cristo. Y toda nuestra existencia debe amoldarse a la que corresponde a los hijos de la Mujer, los hijos de Dios y no a la de los hijos de la Serpiente. 

3. DERROTADA 

Y como colofón, con un tono triunfante y gozoso, Dios pronuncia el final de la Serpiente: MUERTA POR UN GOLPE EN LA CABEZA. Esa que se había querido elevar por encima de todos. Ella que había querido ser la dadora de conocimiento. Ella que se había querido convertir en una amiga del hombre, Dios la ha condenado a morir con su cabeza aplastada por uno de los hijos de la mujer. A su vez, este hijo de la mujer sería mordido en el talón. La idea que presenta el texto es que a diferencia de los mitos paganos, esta historia nos dice que la lucha cósmica no acabará en un cataclismo donde el bien y el mal se destruyen entre sí, más bien, nos dice que a pesar de las argucias de la serpiente (Satanás) que atacará desde atrás el talón, ese ataque no será suficiente para destruir a la humanidad, porque esta está bajo el resguardo del Hijo de Dios. Así es mi querido hermano, por más intentos viles y despreciables de la serpiente por destruirnos, Cristo ha venido a rescatarnos. 

Él es el Hijo de la Mujer (Gál 4:4). Él es quien fue traicionado (atacado por la espalda), quien fue puesto bajo la poderosa maquinaria política de su tiempo, y juzgado en un sistema de justicia corrupto y perverso, muerto en una cruz vergonzosa y llena de dolor, y sepultado en una tumba que fue resguardada por soldados romanos. El mordisco de la serpiente fue terrible. Pero su Poder fue aún más grande, la serpiente sólo mordió el calcañar, pero en esa mordida, ella fue aplastada por el pie del Señor. En la traición, cuando lo estaban por capturar  todos cayeron a tierra con su voz (Juan 18:1-11). En su Juicio no pudieron sacar de él ni una palabra y permaneció firme ante la oposición. Cuando Cristo fue crucificado, ahí exhibió la farsa satánica que se estaba gestando (Mt. 27:54). Y cuando fue sepultado tuvo uno digno de reyes. Pero no se quedó ahí, cuando la roca que cubría el sepulcro se movió y el salió, fue cuando la serpiente fue completamente derrotada. La gran victoria de Jesucristo ha sellado para siempre el destino de Satanás: “Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” Ap. 20:8. Amados hermanos, Cristo ha vencido, hoy la victoria es segura sobre nuestro gran enemigo: “Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.” Ro. 16:20

Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola

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