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SEÑOR Y DADOR DE VIDA

“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Génesis 1:2

Moisés nos explica cuál era el estado primero de las cosas. Cómo las creó Dios. Y la descripción que hace es muy significativa, nos dice que estaba desordenada y vacía. Algunos quieren pensar que había un “caos” en la creación producto de una lucha cósmica o de una invasión demoniaca a la creación. Sin embargo las Escrituras nos dicen que no fue así. Las palabras hebreas que utiliza Moisés aquí son וָבֹ֔הוּ תֹ֙הוּ֙ y se leen Toju (informe, inmenso) vaboju (vacío). Los hebreos utilizan estas palabras para dar a entender un vacío inmenso y sin forma. Es decir, la Tierra que nosotros conocemos hoy, no era la misma que hubo en el principio. Ella estaba carente de significado, propósito y dirección. Estaba vacía, completamente sin utilidad. 

La palabra Tohu es utilizada también para describir lugares inhabitados, sin vida. Ciudades que ya no comercian, ni tienen gente viviendo en ellas. Es decir, básicamente, esta palabra hebrea nos está hablando de algo que está ahí, pero que no tiene ningún propósito. Que no está cumpliendo ninguna tarea, y que por tanto no tiene verdadera existencia. En el contexto del pensamiento de medio-oriente, en el cual se escribió este libro, la idea de dar origen a algo no era tanto el hecho de que algo físico o material existiera, sino de que tuviera una utilidad. Así pues, tenemos ahí en el espacio infinito, una masa informe gigantesca que no tiene fin ni propósito. 

Eso es lo que se presenta ante nosotros, y aún más, se nos dice que en este vacío inmenso y sin forma, se expresaba aún más dicha carencia de propósito a través de la frase “las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. Dicha masa informe estaba llena de oscuridad y de un tremendo océano. Hay quienes quieren ver la oscuridad o tinieblas como una forma de hablar del mal. Si bien es cierto que en la lucha entre el bien y el mal, las tinieblas son, por así decirlo, una personificación del mal, en este contexto aún no aparece lo que llamamos “el reino de las tinieblas”. Las tinieblas y el océano fueron creados por Dios. Sin embargo la idea que quiere transmitir es que había una gran confusión, no se podía distinguir las cosas en la creación debido a que el abismo, las tinieblas y el rugido de las aguas estaba todo revuelto. Las aguas se convierten en un símbolo de una fuerza y un poder que pareciera incontenible. Las tinieblas están completamente extendidas sobre el abismo, y no hay posibilidad de que de ahí salga algo bueno, algo útil. 

Lo más significativo sería pensar en que de un caos como este surja algo tan ordenado y maravilloso como lo que existe hoy. Esa es la gran situación que se nos presenta en Génesis 1:2. Tenemos un estado de cosas completamente vacío, sin forma, propósito, y que incluso está lleno de confusión. Las aguas turbias y las tinieblas no permiten que algo pueda formarse. Notemos la impactante escena: Una masa informe de agua en completa oscuridad que en sí misma no tiene nada especial. Eso es lo que somos, básicamente eso es el mundo en que habitamos: una masa sin propósito ni significado. 
Pero hay algo que se está moviendo en el agua… Hay uno que se mueve en el agua, y no solo se mueve sino que por medio de ese mover guía todo lo que está por acontecer. Se le llama “Ruaj Elojim”. ¿Recuerdan la palabra Elojim? Quiere decir “EL PODEROSO”. Ruaj quiere decir: Espíritu. Estamos hablando del Espíritu del Poderoso, de Dios. Lo que nosotros conocemos como el Espíritu Santo. Es llamativa la forma en que se habla de Él. En primer lugar se nos dice que Él está actuando desde el mero comienzo de la creación, su actuar no es primeramente en el alma del hombre individual, sino en el mismo mundo, en la creación. Él ha estado desde el principio actuando sobre esta tierra. Él es la expresión del Poder de Dios. No es, como los Testigos de Jehová nos quieren hacer creer por medio de sus blasfemias y herejías, un poder impersonal, sino el mismísimo Dios expresando su Poder. El Espíritu del Poderoso es Creador y Dador de vida. 

Este Poderoso Espíritu, sin embargo, no se mantiene lejano y ajeno a la realidad caótica del mundo. Más bien está muy cercano a ello, lo está de tal forma que cuando hablan de su actuar, las Escrituras lo hacen con la palabra hebrea “Rajaf” (Conjugado: merajepet), que quiere decir: Cernerse, revolar, aletear. No nos está hablando de que el Espíritu del Poderoso se estaba moviendo como un fantasma sobre el agua de un lado a otro, o recorriendo toda la tierra. No. Cernerse, revolar, aletear, todas estas palabras tienen la idea de “mover repetidamente las alas sin emprender el vuelo”. El Espíritu del Poderoso no está volando, sin que está impulsando a la Creación a moverse, a dirigirse al propósito. La está preparando para el vuelo. La misma palabra la encontramos en Deuteronomio 32:11-12 que dice así:
“Como águila que revolotea sobre el nido y anima a sus polluelos a volar, así el Señor extendió sus alas y, tomándolos, los llevó a cuestas. El Señor los guió, y nadie más; ¡ningún dios extraño tuvo que ayudarlo!” (Versión Dios Habla Hoy)
Así pues el Espíritu del Poderoso no está simplemente paseando sobre las aguas, está realizando una de sus más grandes e importantes tareas: Originar y dar guía a todo lo que existe. Es por la obra del aleteo del Espíritu (que recordemos es comparado con una paloma en los Evangelios) que todas las cosas existen. Y no solo eso, sino que es por la obra del Espíritu que todas y cada una de las cosas son guiadas a realizar la labor que les corresponde. Es el Espíritu quien por su obra poderosa hace que las aguas se mantengan en sus límites; es por su obra poderosa que las rocas son duras y fuertes; es por su obra poderosa que el palo de rosa florece o que el árbol de litchie o mango produce frutos; es por su obra poderosa que los animales procrean, los perros ladran y los gatos maúllan; es por su obra poderosa que el hombre y la mujer, forman matrimonios, familias, empresas, estados; es por su obra poderosa que los seres humanos se divierten, respiran, hacen y disfrutan películas, etc. En fin, este Poderoso Espíritu es quien nos da, por su aleteo, por su viento divino la guía que necesitamos para vivir y existir.   

Es más recordemos que también la Palabra Ruaj quiere decir viento, aliento, vida. Es por ese Espíritu tan maravilloso y poderoso que esta tierra tiene vida, así dicen las Escrituras: 
“El espíritu de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida” Job 33:4 
Donde espíritu de Dios y soplo del omnipotente son sinónimos y dadores de vida. 

Y
“Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo. Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra” 104:29-30. 
Donde una vez más se nos presenta al Espíritu como el que sostiene y da origen al orden que después se manifiesta en este capítulo. 

Nótalo bien, este Espíritu del Poderoso, el Espíritu Santo es el Señor y Dador de vida, como lo dice el Credo Niceno: Dominum et vivificantem. Este poderoso Espíritu está obrando hoy aún en el mundo que creó nuestro Poderoso Dios, y sigue sosteniendo y guiando cada faceta de la existencia para que rinda gloria, honra y magnificencia a nuestro Dios. 

CONCLUSIÓN

El domingo pasado hablamos del Dios tan poderoso que de la nada hizo algo, hoy hablamos del Dios que de algo completamente vacío, sin propósito e informe, puede originar, sostener y guiar todo para su Gloria.  Esta tierra no tiene otro valor más que aquél que el Creador y Sustentador le otorga, y dicho significado lo obtiene por el Espíritu del Poderoso que como el ave que impulsa a sus polluelos a volar, así impulsa, mueve, motiva y dirige a toda su creación a someterse a la ley divina que el Rey ha de declarar. ¿Sabes qué es lo más impactante de esto? Es que el Espíritu del Poderoso, el Ruaj Elojim, mora en su Iglesia. En su Pueblo, en cada uno de aquellos que confiesan y viven para la gloria del Rey. Porque su guía, sostén, motivación, y rumbo fijo es aquél que les marca el Espíritu. Este Espíritu, hoy, está guiando a su Iglesia para moverse de un pietismo muerto y sin sentido a una vida completamente renovada a la imagen del Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo. Donde todo se someta a los pies de nuestro Señor y que todo, absolutamente todo, rinda honor y toda gloria a Jesucristo como Rey. Vive, se guiado, motivado y dirigido, por este Espíritu. 

Pbro. Raymundo Villanueva Mendiola. 

Comentarios

  1. Excelente, muy bueno. Acierta y da en el blanco con una exégesis bíblica. Felicitaciones!!!

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    1. Gracias amado hermano! Me anima a seguir publicando! Espero conocerle en algún momento!

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